La hija predilecta al frente del imperio de Berlusconi
Hace unas semanas sonaron campanas de boda en Arcore. El diario Libero, dirigido por el buen amigo de Silvio Berlusconi Alessandro Sallusti, publicó en su edición en papel que el magnate estaba a punto de volver a pasar por el altar con Marta Fascina, su novia desde hace dos años, a quien saca más de medio siglo. Entonces quedó claro que las nupcias parecían depender de una sola cosa: la aprobación de los cinco hijos de Berlusconi con sus dos exmujeres, un visto bueno imprescindible para dar un paso que modificaría sustancialmente sus herencias. Al final el exprimer ministro italiano se decantó por desmentir la noticia y anunció que se limitaría a celebrar un “matrimonio simbólico”. Una fiesta del amor.
Quién sabe si la prole de Berlusconi ve a Fascina como la mujer adecuada para dar paz y serenidad a su padre, como publicaba el Corriere della Sera. Pero lo que está claro es que el magnate no podía casarse sin permiso de una sola persona: Marina Berlusconi, su primogénita, la mujer al frente del conglomerado Fininvest –el holding que une todas las empresas de la familia–, de la editorial líder italiana Mondadori y sobre todo, el ojito derecho de su poderoso padre. Junto a ella pasó la cuarentena en la espectacular mansión del siglo XIX que posee cerca de la Costa Azul francesa.
Nacida en 1966 en Milán de su primer matrimonio con Carla Elvira Dall’Oglio, a sus 55 años Marina Elvira Berlusconi vuelve a estar en la mira tras la opa del grupo de medios MFE (Media for Europe) para hacerse con la totalidad de Mediaset España –de la que ya controla un 56%– por casi 780 millones de euros. El máximo ejecutivo de MFE es Pier Silvio Berlusconi, segundo hijo del expremier y jefe del reino Mediaset, pero Marina es considerada la persona que heredará el imperio del padre una vez decida jubilarse.
No es la primera vez que la matriz italiana busca consolidar su negocio español: hace tres años, un juzgado madrileño frenó el intento de fusionar las filiales española e italiana al avalar la denuncia del grupo francés Vivendi. Pero, después que en primavera del año pasado Vivendi y Mediaset llegaran a un acuerdo para poner fin a sus disputas, los Berlusconi volvían a tener vía libre. La anexión española podría ser uno de los últimos grandes pasos de Berlusconi antes de ceder todo el control a su primogénita cuando decida dar un paso al lado.
Definida como un “martillo neumático” por su tío Fedele Confalonieri, presidente de Mediaset y gran amigo de Berlusconi, Marina es reconocida como la jefa de la familia por sus hermanos y sobre todo como una empresaria con una voluntad de hierro a quien no le tembló el pulso a la hora de tomar decisiones de envergadura. La más dura para el magnate fue desprenderse del club de fútbol AC Milan y venderlo por 740 millones a un grupo chino para salvaguardar Mediaset de los ataques de Vivendi. Berlusconi, que había sido presidente y máximo accionista del club durante tres décadas, había prometido que jamás lo iba a permitir, pero la realidad –y el