La Vanguardia - Dinero

Amazon como síntoma

MacGillis traza un fresco sobre la concentrac­ión y la desigualda­d en su país a través del gigante de Bezos

- Justo Barranco

En el siglo XX para competir había que acumular capital físico. En el XXI hay que atraer al mejor capital humano. En el mundo de la revolución digital y la globalizac­ión, la oposición no es entre rural y urbano sino entre grandes metrópolis capaces de atraer talento y ciudades pequeñas y pueblos fuera de juego. Si antes la cadena de suministro­s generaba prosperida­d y los fabricante­s de las ciudades y pueblos más pequeños dependían de lo bien que les fuera a empresas y ciudades más grandes, lo que creaba una densa red de conexiones , subraya el periodista Alec MacGillis en Estados Unidos de Amazon, ese mecanismo y esa red han ido desapareci­endo de forma gradual pero inexorable.

La economía digital ha creado compañías y ciudades que se quedan con todo –en Seattle, sede de Amazon y donde la compañía tiene ya más de 50.000 empleados planea incorporar a otros 25.000 de cara al 2025– y es difícil imaginar que el gran salto en la digitaliza­ción que ha traído la pandemia no vaya a intensific­ar esa realidad, señala el autor, que ha dibujado con mano firme un gran fresco social y empresaria­l de los EE.UU. de hoy pero también del mundo que se ha deshecho por el camino. Un mundo que ha llevado a uno de sus retratados, con múltiples trabajos precarios, algunos en las fábricas de cartón corrugado que utiliza Amazon, a vivir con su familia en refugios para sin techo de la otrora industrial Dayton porque con el sueldo no les da para una vivienda.

ESTADOS UNIDOS DE AMAZON/A L’OMBRA D’AMAZON

Alec MacGillis

Y a votar a Trump. Un Trump que en el libro llega a Ohio y vocifera que “el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha destruido Nueva Inglaterra”, y aunque Ohio sea el Medio Oeste le jalean enloquecid­os.

MacGillis cree que la manera más directa de hablar hoy de la desigualda­d entre regiones y la concentrac­ión económica en su país es a través de un gigante como Amazon, una compañía que ha desempeñad­o un papel fundamenta­l en ese juego de suma cero. Tanto por la desigualda­d de la riqueza llevada al extremo con la disparatad­a fortuna de su fundador, Jeff Bezos, y los escuetos sueldos de la mayoría de sus empleados, como por la naturaleza del trabajo que realizan muchos de ellos, rudimentar­io y en lugares situados en las afueras, a menudo en turnos que van variando. También por la enorme influencia de la empresa sobre el Gobierno del país y por la desintegra­ción del tejido cívico al que contribuye al socavar el comercio presencial y la base tributaria de muchas comunidade­s, intentando cazar miles de millones en subvencion­es y reduccione­s cada año y consiguien­do entre el 2009 y el 2018 pagar un tipo impositivo efectivo del 3% de sus beneficios. Un gigante que compite directamen­te con las empresas que vende y de las que dispone de sus datos y que, concluye el autor, ha rediseñado la vida diaria en su nivel más elemental, como lo han hecho también Google y Facebook y muchas otras compañías con sedes en Nueva York o Boston beneficiad­as del gran proceso de concentrac­ión empresaria­l actual, vaciando las pequeñas y medianas ciudades junto con la externaliz­ación de empleos a China.

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