Acercamiento de Washington y Caracas
La guerra en Ucrania ha creado una bonanza para los productores de
como la soja y el cobre, pero el petróleo es la materia prima que ha desatado un auténtico terremoto geopolítico. Ante la posibilidad de que el precio alcance los 200 dólares, la Administración Biden quiere acelerar la normalización de relaciones con Venezuela, considerado un miembro del “eje del mal” y un peligroso aliado de Vladímir Putin. Preocupado por el impacto electoral de una subida prolongada del precio de la gasolina, Washington ha pactado un plan con la petrolera Chevron. Aprovechando que el embargo implementado por Donald Trump excluye a las petroleras estadounidenses, Joe Biden ha dado luz verde a esta firma –que jamás abandonó Venezuela– para que eleve la producción de sus pozos en Maracaibo y en la faja del Orinoco. Se pretende duplicar la producción de crudo venezolano, actualmente en unos 800.000 barriles al día, muy por debajo de los 2,5 millones que se producían hace diez años. Esto supliría los 700.000 barriles de petróleo ruso y podría estabilizar el precio. La paradoja es que Biden no quiere levantar el embargo por las posibles repercusiones en Florida en las legislativas de noviembre. El acercamiento se hace por la puerta de atrás con mediadores como Ali Moshiri, exdirector de Chevron en América Latina, que mantiene estrechas relaciones con Nicolás Maduro.