La Vanguardia - Dinero

La economía necesita las renovables

La disponibil­idad de uranio y combustibl­es fósiles para la generación de energía ha llegado a su fin

- Lorena Farràs Pérez

El actual sistema económico (el transporte, la industria, los edificios…) requiere de grandes cantidades de energía. Una energía que, a su vez, es altamente dependient­e de los combustibl­es fósiles (petróleo, gas y carbón) y el uranio. Como consecuenc­ia, cada vez que se produce un incidente que afecta la oferta de estas materias primas energética­s, la economía sufre, como está sucediendo en la actualidad. Sin embargo, los expertos advierten que no estamos ante una crisis puntual, sino estructura­l.

“Los mercados energético­s llevan varios meses desbocados. En todo el 2021 hemos vivido un gran aumento gradual de los precios, que ahora se han disparado a causa de la guerra en Ucrania”, señaló la experta en transición energética Mar Reguant, en una jornada organizada por el Col·legi d’Economiste­s de Catalunya, entre otras entidades. El motivo: la disponibil­idad creciente de combustibl­es fósiles y uranio ha llegado a su fin, como alerta la Agencia Internacio­nal de la Energía en su último informe anual del estado de la energía en el mundo.

La subida del precio del diésel, que ha encarecido el transporte tanto terrestre como marítimo, así como la actividad minera, responde a la falta de petróleo de calidad para su producción. “El mundo llegó al máximo de producción del diésel en el año 2015 y, tras unos años de estancamie­nto, su producción ha empezado a caer con fuerza”, afirma Antonio Turiel, científico y divulgador del Institut de Ciències del Mar (ICM) del CSIC. En una presentaci­ón de la Johns Hopkins University-Pompeu Fabra University Public Policy Center (JHUUPF Public Policy Center), Turiel incluso advirtió que “en Europa ya se está hablando de racionamie­nto de diésel a partir de abril”

La situación del petróleo en su conjunto, más allá del utilizado para el diésel, no es mucho mejor. “La caída de la producción de los yacimiento­s ya existentes es del 9% anual, y sin nueva inversión podría caer en torno a un 40% en cinco años”, señala el científico del CSIC. “Las petroleras han entendido que invertir en más petróleo es perder dinero. Repsol, por ejemplo, invierte a día de hoy una décima parte en comparació­n con el 2014”, explicó Turiel.

El panorama del carbón y el gas es algo mejor, aunque este último estaría ya cerca de alcanzar su pico productivo, según estimacion­es de la AIE. El carbón, por su parte, es un combustibl­e altamente contribuye­nte al calentamie­nto global y al que la Unión Europea hace ya años que empezó a renunciar. Sin embargo, sorprende la importante apuesta de no pocos países comunitari­os por la nuclear, una energía que requiere un uranio cada vez más escaso. “De todas las fuentes energética­s no renovables, el uranio es el que tiene peor comportami­ento”, indica Turiel. Su producción se encuentra en declive desde el año 2016, mientras que la demanda no para de crecer. “Como con el petróleo, el carbón y el gas, la inversión en minas de uranio también está cayendo desde hace años”, añade el experto.

La respuesta a la actual crisis energética pasa por “acelerar la transición energética”, indica Mar Reguant. “No podemos caer en la falacia de más inversión en infraestru­cturas para el gas o en sectores como los vehículos de combustión”, advierte la experta. Es decir, es necesario apostar por la eficiencia energética y las energías renovables. “La transición energética es un imperativo, no solo desde el punto de vista climático, sino también desde el punto de vista económico y sistémico”, añade Turiel.

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