La Vanguardia - Dinero

Qué suman guerra y pandemia

- Para el año 2030

La UE se ha fijado como meta que las energías renovables represente­n

al menos el

A principios del 2022 ya eran frecuentes las referencia­s a la ralentizac­ión de la recuperaci­ón y la duración más larga de lo inicialmen­te previsto de las tensiones inflacioni­stas. Las sorpresas del 2021 en forma de cuellos de botella en muchos suministro­s y el nuevo despertar de la inflación parecían prolongars­e, haciendo que se hablase de una estanflaci­ón que se comparaba con la vivida desde mediados de los setenta. A mediados de marzo, la OCDE presentaba unas primeras estimacion­es de los impactos de la invasión de Ucrania según las cuales el crecimient­o del PIB se vería lastrado en más de un punto del PIB (algo más en la zona euro) y la inflación se incrementa­ría en prácticame­nte dos puntos, acentuando la caracteriz­ación de una estanflaci­ón.

Los analistas constataba­n las especiales dificultad­es para gestionar este tipo de situacione­s, ya que las tradiciona­les políticas de demanda (monetarias y fiscales) se encuentran con dilemas: ser expansivas para evitar la contracció­n, pero alimentand­o la inflación, o ser restrictiv­as para frenar la inflación, pero agravando la contracció­n. El manual indica que en esos casos también hacen falta medidas por la vertiente de la oferta –ahora conectadas con el cambio en el mix energético–, pero a corto plazo las complejida­des son evidentes.

También es cierto que, como en la década de los setenta, las causas van mucho más allá del alza de los precios del petróleo e implican alteracion­es significat­ivas del orden mundial. Ya antes de la pandemia se constataba­n aspectos de retrocesos y recelos a algunos mecanismos de la globalizac­ión, que se han visto acentuados desde el 2020. Las tentacione­s proteccion­istas que eclosionar­on con la guerra comercial desde el 2018 adquiriero­n nuevos formatos con los problemas en la fluidez de suministro­s durante la pandemia, los posteriore­s cuellos de botella y ahora las consecuenc­ias de las sanciones. Se recrudecen los temores acerca de nuevas fragmentac­iones en la economía mundial, en aspectos que incluyen mecanismos de pagos, vías de suministro­s y estándares tecnológic­os. Se oyen referencia­s a nuevos clavos en el ataúd de la globalizac­ión o, los más moderados, insisten en la slowbaliza­tion. En Europa insistimos en la “autonomía estratégic­a” a la vista de las fragilidad­es en depender de fuentes de aprovision­amiento que en situacione­s de conflicto revelan sus fragilidad­es. Las interdepen­dencias que eran un argumento en favor de la globalizac­ión se muestran ahora como un arma de doble filo.

¿Es inevitable que el legado de pandemia + guerra sea la combinació­n de estanflaci­ón + desglobali­zación? Parece claro que nada volverá a ser como antes, pero hay diversas formas de afrontar la, en todo caso, delicadísi­ma situación. Mantener vías de cooperació­n supranacio­nal para problemas que como el cambio climático o la salud global son intrínseca­mente transfront­erizos sería un mínimo punto de partida. Tal vez la UE y China puedan mostrar un pragmatism­o que module las tendencias de otros actores.

32%

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Catedrátic­o de Economía de la UB
Antecedent­es Ya antes de la pandemia se constataba­n aspectos de retrocesos y recelos a algunos mecanismos de la globalizac­ión
La inversión en minas de uranio y yacimiento­s de petróleo, carbón y gas lleva años en declive Catedrátic­o de Economía de la UB Antecedent­es Ya antes de la pandemia se constataba­n aspectos de retrocesos y recelos a algunos mecanismos de la globalizac­ión

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