‘Alcarràs’ como síntoma
LOS 7 VENDEDORES DE ÉXITO Jesús Gil Vilda
Los libros de ventas abundan, dice el autor, que lleva 24 años como jefe de ventas, pero se basan en supuestos que no suelen hallar los vendedores. Los empleados de las empresas compradoras son presentados como trabajadores ejemplares comprometidos con el valor de la acción. Él apuesta por conocer a los compradores reales. Se vende la idea de que hay un jefazo que lo decide todo al que debemos convencer, pero los centros de decisión son más y más difusos. Y es el proceso de compra más que el que de ventas el que hay que conocer.
LOS TRUCOS DE LOS RICOS 2 Juan Haro
Tras una primera entrega en la que examinó estrategias para incrementar el dinero disponible y minimizar impuestos, el inversor y conferenciante Juan Haro apunta tácticas para comprar inmuebles y llegar a vivir de las rentas. Desde comprarlos en el submundo en el que los inmuebles económicos y rentables pasan de mano en mano sin ser anunciados, hasta los cambios de uso de local a vivienda, y de adquirir créditos hipotecarios a apalancarse con financiación total al cien por cien y vender con tan solo una reserva de mil euros.
CÓMO CONSTRUIR LA EXPERIENCIA DE EMPLEADO
Jesús Alcoba y Lola Mora (coords.)
La expresión experiencia de cliente pareció hace unos años una moda pasajera y hoy tiene una posición central en el mundo de la empresa. Para los ocho autores de este libro ahora es el turno de la experiencia de empleado, una nueva función estratégica de negocio que actúa sobre las vivencias de los trabajadores dentro de una organización potenciando la creación de valor. Uno de los factores de mayor impacto en el compromiso de los empleados y un indicador clave de la creación de valor y de la rentabilidad en las organizaciones.
Espero como agua de mayo la proyección de Alcarràs, la película ganadora del Oso de Oro, máximo galardón de la Berlinale. El filme presenta la crónica de la última cosecha de melocotones que hace una familia del pueblo del Segrià, antes de que se implante en sus terrenos un parque fotovoltaico. Representa el fin de un modelo de relación entre el hombre y el campo, una forma de vida mantenida durante generaciones que se está acabando.
El caso del parque fotovoltaico sirve de ejemplo de una problemática de fondo del campo catalán que viene de antiguo. Las movilizaciones del sector ante la Generalitat, la administración central y la gran distribución redundan sobre problemas estructurales que no hay manera de resolver: precios por debajo del coste de producción, imposibilidad de trasladar al precio los sobrecostes (abonos, energía, materias primas...), engaños al comprador en cuanto al origen de los productos, incumplimiento de la ley de Cadena Alimentaria...
Con el tipo de dedicación y el planteamiento tradicional del oficio es muy difícil ganarse la vida dedicándose a la tierra. El clásico campesinado por inercia familiar está en crisis desde hace como mínimo 50 años. No atrae más que a un número muy limitado de jóvenes, y de aquí viene el imparable envejecimiento. Es cierto que la existencia de alternativas de trabajo mejor pagadas y regulares, sin la aleatoriedad del tiempo y de los precios, ha sido decisiva. Sin embargo, hay otros dos factores que creo que también son determinantes en el retroceso de personas en el campo: la tierra aporta (lamentablemente) poco prestigio social a quien la trabaja, y la cultura del esfuerzo y la predisposición a soportar condiciones de trabajo que actualmente se consideran duras van a la baja. Por eso y otros motivos socioculturales, la mayor parte de la juventud hace una lectura del sector agrícola muy diferente de la que hicieron sus abuelos (y sus padres en muchos casos) en cuanto a arraigo, amor a la tierra y compromiso con el oficio de payés.
En esta etapa de transición en que se encuentra el sector aparecen nuevas formas de campesinado. Una de ellas es la del payés empresario, una evolución del concepto tradicional que descansa en varios puntos: una alta mecanización que le permite gestionar un número de hectáreas que antes era impensable, el alquiler de fincas para aumentar la dimensión empresarial, la contratación de personal asalariado para hacer los trabajos que resultan más duros y que requieren menos preparación y una creciente profesionalización y mejora en cuanto a técnicas de cultivo, lo que permite obtener una alta productividad.
La existencia de este tipo de payés empresario, que convive con el payés más tradicional, no exime, sino que acentúa, la necesidad de actuar sobre un sector tan estratégico. Por parte de las administraciones (haciendo aplicar la ley), de la distribución (transparencia y precios dignos) y de la sociedad (exigiéndolo). Y ya, que es tarde.