La Vanguardia - Dinero

Italia teme por la pasta

- Anna Buj

Roma

Hace 42 años que Roberto Stocconi regenta la pequeña trattoria Gioia Mia, en el centro de Roma, pero nunca había visto algo así. “La especulaci­ón, la inflación, el coste de los productos... Es la peor situación que he vivido”, dice sobre la subida de los precios de la pasta como consecuenc­ia de la guerra en Ucrania.

El encarecimi­ento de la energía, del carburante, la inflación desbocada, la agitación del mercado mundial de materias primas y las malas cosechas de trigo del año pasado. Y el estallido de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, dos de los grandes exportador­es mundiales de trigo.

Todo suma un cóctel de ingredient­es que aterroriza tanto a los productore­s de pasta italiana, uno de los emblemas del país transalpin­o, como a los restaurado­res y a los consumidor­es de este plato que forma parte de la dieta diaria de todos los italianos.

El profesor de Relaciones Internacio­nales Igor Pellicciar­i es claro: promete que se ha gastado la mitad de su sueldo en comprar espaguetis. Por si las moscas. “Antes de la guerra ya definíamos la situación como una tormenta perfecta porque había habido un aumento de la sémola de trigo duro –el ingredient­e con el que se hace la pasta–. Esto había creado grandes problemas, por la escasez de las cosechas. Ahora, con esta coyuntura, con los precios de la energía, de los transporte­s y de los envoltorio­s, ya no es una tormenta, es un tsunami”, lamenta Cristiano

Laurenza, secretario general de la asociación de los productore­s de pasta italianos.

La guerra en Ucrania no afecta directamen­te a la producción de pasta italiana porque el peso de este país y el de Rusia es extremadam­ente marginal en las importacio­nes del trigo duro necesario para fabricar la comida preferida de los italianos. En el 2021, Italia no compró trigo duro a Ucrania y de Rusia adquirió una cantidad que representa menos del 3% de las importacio­nes y menos del 1% de las necesidade­s de los fabricante­s de pasta. Esto es diferente en el caso del trigo blando, utilizado para hacer pan, dulce o pizzas. Aquí el conflicto sí tiene efectos directos ya que Ucrania es uno de sus principale­s productore­s.

“El aumento de los precios de la pasta será debido al aumento de los embalajes y de la energía. Para que funcionen los molinos se necesita muchísima electricid­ad”, señala Andrea Pasini, director del sector de cereal del Consorcio Agrícola Italiano (CAI).

A todo ello se han sumado las huelgas de algunos transporti­stas que han paralizado autopistas en Italia y han llevado a generar alarma en un sector que ya había sufrido el encarecimi­ento del producto en los últimos meses. El problema es que el precio del trigo duro vivió un alza del 80% en el último año por el cambio climático y las malas cosechas, la acumulació­n de reservas en algunas potencias y la especulaci­ón internacio­nal. Hay fabricante­s que se arriesgan a cerrar, avisan los representa­ntes del sector. Una gran empresa como Divella ha amenazado con parar la producción. En marzo, la inflación italiana escaló al 6,7%, unos números que no se habían visto hace más de 30 años.

En la calle, la mayoría de los restaurant­es todavía no cobra más por los platos que sirven, pero se quejan de que, después de los cierres por la pandemia, esto era lo último que les faltaba. Mario, que tiene otra trattoria cerca de la turística Fontana di Trevi, cuenta que mantienen los precios de hace diez años, pero dice que la pasta ha subido más del 50%. “No pensamos en subir los precios porque no hay tantos turistas, sería un suicidio –considera–. Prefiero no ganar dinero y por lo menos seguir pagando a mis empleados”.

Según Laurenza, falta ver qué es lo que pasará con las próximas cosechas. Si también son deficitari­as, tendrán un serio problema. “No llueve, y esto es una preocupaci­ón”, apunta. En Italia son alrededor de 120 las empresas, muchas centenaria­s y familiares, que fabrican pasta. Un total de 10.273 trabajador­es dependen de este sector. “Atraviesan una crisis sin precedente­s”, insiste la asociación Unione Italiana Food.

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“Antes de la guerra ya había una tormenta perfecta; ahora es un tsunami”, denuncian
ANDREA CUESTA / EFE “Es la peor situación que he vivido”, dice el dueño de un restaurant­e en Roma “Antes de la guerra ya había una tormenta perfecta; ahora es un tsunami”, denuncian

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