La amargura de Ghosn desde Líbano
Pocos días antes de la invasión rusa de Ucrania, Carlos Ghosn, que fue el patrón de Renault entre el 2005 y el 2019, concedió una larga entrevista al diario que le dedicó la portada y tres páginas interiores. Desde su refugio en Líbano, el país de sus ancestros, donde se refugió en diciembre del 2019 después de su rocambolesca huida de Japón, el expresidente del grupo automovilístico reivindicó su labor al frente de la empresa. Recordó que en el 2017 había llegado a ser el primer fabricante mundial, mientras que ahora se ha convertido en “un pequeño constructor frágil”. “Me da pena ver que Renault ya no es más que una sombra de sí mismo”, dijo. El defenestrado ejecutivo, que vivió un calvario judicial después de su detención en el aeropuerto de Tokio en noviembre del 2018, recordó con amargura el papel del ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, quien, según él, tomó la decisión política de no apoyarle cuando estaba en dificultades. Sobre el actual máximo responsable de Renault, Luca De Meo, dijo que es escéptico sobre las grandes estrategias y anuncios. “Por ahora, muchas palabras y resultados mediocres”, dijo. Ghosn aseguró que, desde su retiro forzado, sigue muy al tanto de la industria del automóvil. Reconoció su admiración por Elon Musk y dijo que, en su momento, solo el fundador de Tesla y él mismo creían en el futuro del coche eléctrico, mientras que hoy todas las marcas apuestan a fondo. El expresidente de Renault acusó a la prensa de haberlo caricaturizado. Se presentó como víctima. Tras perder su trabajo, su reputación y mucho dinero, solo le queda su familia. “Mi prioridad son las personas que se han quedado conmigo –subrayó–. Todo lo demás ha desaparecido”.
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