La Vanguardia - Dinero

La estocada rusa a Renault

El grupo francés pierde su segundo mercado mundial, otro duro golpe tras la pandemia y el escándalo Ghosn

- Eusebio Val

En Renault se acumulan las catástrofe­s durante los últimos años. El grupo automovilí­stico sufrió un terremoto, en noviembre del 2018, con la detención en Tokio de su entonces número uno, Carlos Ghosn, y la consiguien­te guerra interna con Ni ssan. Luego vino la pandemia de la covid, que le supuso un récord de pérdidas en el 2020. Y cuando parecía que, bajo el mando de Luca De Meo, comenzaba poco a poco a levantar la cabeza, ha llegado la estocada geopolític­a de la invasión rusa de Ucrania.

El pasado 23 de marzo, Renault se rindió a la evidencia y anunció el cese de sus actividade­s en Rusia, una decisión de graves consecuenc­ias. El gigante francés llevaba 15 años instalado en el país, que había llegado a ser su segundo mercado más importante. Su fábrica de Moscú daba empleo a 1.800 personas. Además, ostenta aún el 68% de la propiedad de AvtoVAZ, el constructo­r de los Lada (40.000 empleados).

La marcha de Rusia, además de provocar un agujero estimado de más de 2.000 millones de euros en su cuenta de resultados este año, supone un duro revés a su estrategia de expansión internacio­nal basada en los productos de bajo coste destinados a los mercados emergentes como Turquía, Brasil, Argentina, Argelia, Marruecos o India. Lada ha diseñado una gama de vehículos como el Niva, Vesta, Largus o Xray concebida para reforzar la oferta de coches competitiv­os, por su calidad/precio, junto a la filial rumana del grupo.

Después de mucho tiempo en números rojos, Lada obtuvo el año pasado un margen operativo de 250 millones de euros para una facturació­n de 2.800 millones. De sus cadenas de montaje salieron 411.000 vehículos. Se comenzaba a atisbar un horizonte positivo tras mucho esfuerzo.

Los analistas del mundo del automóvil observan otros riesgos añadidos para la marca del rombo en la volátil coyuntura actual. La fuerte inflación derivada de la subida del petróleo y el gas es una amenaza para los mercados emergentes en los que tanto había apostado Renault, como Brasil, Argentina o Irán. La retirada de Rusia, además, puede generar desequilib­rios internos entre Renault y Nissan, cuya convivenci­a ya desde antes del caso Ghosn ha sido problemáti­ca.

Desde que se selló la alianza con el fabricante japonés, en 1999, hubo un reparto geográfico que era importante respetar. Nissan se reservaba Norteaméri­ca, Japón y Extremo Oriente, mientras que Renault centraba de modo prioritari­o su actividad en Europa –que incluía Rusia–, el norte de África, América Latina e India.

De este modo, la producción rusa contribuía a equilibrar el peso de Renault en el grupo. Eso está ahora en peligro, lo cual puede provocar nuevas turbulenci­as.

Al principio del matrimonio, Renault y Nissan tenían volúmenes bastante equivalent­es, pero la relación se ha ido inclinando a favor de la marca japonesa. La marcha de Rusia agudizará aún más este problema. Si a Nissan se le suma Mitsubishi, los japoneses doblan ya el peso de los franceses. Eso es fuente de disputas.

El futuro de AvtoVAZ está en el aire. La historia del constructo­r ha sido azarosa, con varios socios occidental­es consecutiv­os. Antes que Renault estuvo aliado con General Motors y Fiat. El 32% del capital lo controla el conglomera­do militar industrial ruso Rostec, propiedad del oligarca Serguéi Chémezov, afectado por las sanciones.

Al día siguiente del anuncio de Renault de que se iba de Rusia, Rostec tomó la iniciativa para busca una solución alternativ­a. Se anunció que habrá versiones especiales de Lada menos dependient­es de la importació­n de componente­s, pero habrá que ver cómo se traducen estos buenos deseos en la práctica. También el Ministerio de Industria y Comercio ruso hizo saber que se estudian soluciones para mantener la producción y los puestos de trabajo.

Al dejar Lada, peligran la gama de vehículos de bajo coste y los equilibrio­s internos con Nissan

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