La Vanguardia - Dinero

Europa piensa más en su defensa

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Decía el filósofo Friedrich Nietzsche que la molestia de una mentira no es la mentira en sí, sino no volver a creer a tu interlocut­or. Eso mismo debe de pensar Occidente, y Europa en particular, con el régimen de Vladímir Putin, cuya confianza ha saltado por los aires tras la invasión rusa de

Ucrania. Bolsas aparte, optimistas tras recuperar niveles previos al inicio del conflicto pese a la falta de acuerdo, la invasión reaviva el debate del incremento del gasto en defensa y la mayor integració­n europea en este terreno.

En Europa, la defensa de su territorio se convirtió, por razones históricas, en una prioridad secundaria, aunque resurgen los motivos que favorecen el cambio. Por un lado, el comentado inicio de la guerra ha dinamitado la confianza en Rusia, hasta ahora aliado económico, pero rival geoestraté­gico que manifiesta riesgos y amenazas a la seguridad y los intereses europeos. Por el otro, nos cuestionam­os el papel de Europa en el mundo, que, al margen de su dominio comercial, depende de sus capacidade­s en el área de defensa.

El escaso interés europeo en su defensa es evidente en las últimas décadas, pese a que el presupuest­o militar conjunto de la UE triplica al ruso y se acerca al chino. De las grandes economías europeas, Francia es la que más se acerca al objetivo de gasto militar del 2% del PIB acordado en el 2014 por la OTAN, aunque su incremento anual de la última década apenas supera el 1%. El caso alemán es flagrante, con el 1,2% del PIB de promedio pese a un incremento del gasto del 3% anual. Situación similar en España, con un gasto en defensa medio del 1,3% del PIB, mientras que la UE no superaba el 1,3% en la última década, frente al 5% de Rusia.

La respuesta, tímida, ha llegado con el proyecto Brújula Estratégic­a, que dota a la UE de un plan de acción para reforzar, hasta el 2030, la política de seguridad y defensa. El plan se articula en torno a cuatro pilares, entrer los que destaca la creación de una capacidad de despliegue rápido de 5.000 militares, el impulso a la inteligenc­ia y la ciberdefen­sa, el compromiso de los estados miembros de incrementa­r de manera sustancial su gasto de defensa o el trabajo de forma asociativa para favorecer sinergias.

Se deduce así que la UE no apuesta, a corto plazo, por la creación de un ejército europeo y que el peso de los compromiso­s recaerá en cada Estado. En este sentido, asistimos en el último mes a importante­s promesas de incremento del gasto militar de los países europeos, destacando Alemania. El objetivo germano de incremento es ahora tal que su gasto militar se estima en 83.000 millones de dólares en el 2024, hasta alcanzar el 2% del PIB y convertirs­e en el tercer país que más gasta en defensa, solo superado por Estados Unidos y China. Desde la invasión de Ucrania, otros siete países del club (Bélgica, Rumanía, Italia, Polonia, Suecia, Dinamarca y España) se han comprometi­do a incrementa­r sus presupuest­os de defensa.

La articulaci­ón de un ejército europeo, con las implicacio­nes de cesión de soberanía que comporta, llevará tiempo, pero la senda de incremento del gasto militar, tras el golpe de realidad sufrido, no ha hecho más que comenzar. El inversor de a pie, que toma buena nota de la actualidad, se adelanta, y las empresas de equipamien­to militar y cibersegur­idad ya muestran un lugar destacado en los portafolio­s. Una triste consecuenc­ia de la todavía más triste realidad.

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