Una cooperativa para los olvidados
La cooperativa L’Olivera nació en los años setenta, una década en la que empezaron a germinar muchas iniciativas de empleo a personas con discapacidad que hoy han acabado echando raíces en la economía local. Sin embargo, su caso es sensiblemente distinto al de la mayoría. No surgió de las propias familias afectadas, sino de un proyecto cooperativo que buscaba atender a personas olvidadas por su entorno. “Había familias que dejaban a los hijos encerrados en casa o vagando por las calles”, recuerda Pau Moragas, miembro responsable de la cooperativa. Para poner fin a esta situación, fue el padre escolapio Josep Maria Segura quien en 1974 se trasladó de Barcelona a Vallbona de les Monges (Urgell) para fundar una cooperativa bajo los valores de la vida comunitaria y rural. La primera actividad económica fue la elaboración de vino. “Quisimos recuperar variedades locales y ofrecer un valor añadido al mercado, no solo vender el producto por el componente social”. Más tarde, a inicios de los años 2000, la cooperativa entró en la elaboración de aceite ecológico, una actividad que también cuenta con tradición en el municipio y que fue bien acogida en el mercado. En el 2010, la cooperativa dio el salto a Barcelona y adquirió la gestión de la masía de Can Calopa, en el parque natural de Collserola, donde recuperó el viñedo para elaborar el único vino que hoy se produce en la ciudad. La entidad vende sus productos a través de distribuidores en Catalunya,
Nacida en 1974, tiene centros en Vallbona de les Monges y Barcelona donde produce vino y aceite