El vaivén de los valores
Innovación. Honestidad y transparencia. Sostenibilidad. Liderazgo. Orientación al cliente. Compromiso y rápida resolución de problemas. Diferenciación. Buen trato y empoderamiento de los equipos. RSC y rendición social de cuentas. Calidad y excelencia. Experiencia y pasión... Este racimo de valores sintetiza los componentes de la misión y visión de las 50 mayores compañías del mundo, criterios que se reproducen de pe a pa al analizar otras tantas de distintos tamaños y lugares.
Nacen las empresas. Redactan el plan estratégico. Se fusionan. Se enfocan a nuevos mercados, segmentos o nichos. Cambian los directivos. Se trata de momentos solemnes. Para oficiar estas ceremonias, plasman sus ilusiones, sus objetivos en documentos que contienen los principios fundamentales de sus aspiraciones y manera de actuar. La práctica empresarial determinará el resto a través de la marca y la notoriedad, la confianza del cliente, la praxis de trazabilidad y cuidado del medio ambiente, las acciones sociales fruto de la creación de riqueza, el justo reparto de los beneficios, el ajuste de los precios. la reacción ante los cambios de ciclo... Esta otra cara de la moneda las delata. Pocas se preocupan de maridar valores y prácticas y solo algunas lo consiguen. Muchas ni se lo plantean, no están preparadas y tampoco les preocupa incluirlos entre sus cometidos.
Estamos hablando de las empresas que producen productos y servicios, crean puestos de trabajo y otorgan valor social a sus actividades. Más allá encontraremos montones de tratantes de la res económica, que también lucen los mismos valores. Usan la cantinela como subterfugio, la invocan siempre, mientras disocian valores y prácticas. Pura hipocresía.
Unas trabajan, producen, crean riqueza (personal, laboral y social), otras se aprovechan del mismo sustrato y se alinean al margen. Ya no es la cuestión del “con o sin IVA”, sino del 30% de los depósitos mundiales manejados desde los paraísos fiscales, unos 6,3 billones de euros, equivalente al 8% del PIB mundial, según el FMI. De los 250.000 millones de euros en dinero negro, el 22% del PIB español, uno de los más escandalosos de Europa, según Gestha. De la corrupción, que evapora otros 100.000 millones de euros anuales, el cuarto país de la UE después de Italia, Francia y Alemania, según un estudio reciente de Los Verdes alemanes; dentro de ella, los comisionistas parias, los cargos públicos innecesarios, las puertas giratorias... De los impuestos ínfimos o nulos abonados por Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft. Del 2,6% de impuesto de beneficios pagado por dos de cada diez multinacionales españolas frente al 25% de sus ganancias que abonan religiosamente las nativas. De los evasores a través de domiciliaciones fiscales foráneas y otras bagatelas.
Lo bueno de la situación es que las nuevas herramientas digitales dejan en evidencia este gap, que se convierte en un bumerán que siempre llega. A favor o en contra.