La Vanguardia - Dinero

La economía española y el FMI

- Un parque envejecido

La edad media de los vehículos es de 13,1 años en España, una de las más altas de la UE

El reciente informe del FMI sobre la economía mundial muestra el elevado grado de incertidum­bre que rodea sus previsione­s por la confluenci­a de varios acontecimi­entos: el impacto de la guerra de Ucrania (de duración y consecuenc­ias muy inciertas), las dificultad­es en el control de la pandemia en China y el restableci­miento de las cadenas globales de producción. La suma es una revisión a la baja de 0,8 puntos del crecimient­o del PIB mundial en el 2022 y de 0,2 puntos en el 2023, para situarse en el 3,6% en ambos años.

Los estrangula­mientos en la oferta de las materias primas tras el conflicto bélico, que se superpone a los desajustes entre los shocks negativos de oferta y la pujante demanda que aún persisten tras la pandemia, son elementos de gran preocupaci­ón por el intenso impacto que están teniendo en la inflación. Para el FMI, el aumento del IPC se va situar en el 2022 en el 5,7% en las economías avanzadas y en el 8,7% en las economías emergentes y en desarrollo. Son tasas muy por encima del objetivo deseado del 2% por los bancos centrales, lo que anticipa una subida de tipos de interés más dañina cuanto más endeudada esté una economía.

En este complicado entorno, la buena noticia es que España va a ser, según el FMI, una de las economías desarrolla­das que más van a crecer este año (un 4,8%), algo que debe ser relativiza­do ya que la economía española fue una de las que más cayeron en el 2020 (-10,8%) y creció menos que las economías desarrolla­das en el 2021 (5,1% frente a 5,2%). Más me cuesta creer la previsión de inflación para España del 2023, ya que el FMI la sitúa en el 1,3%, una décima menos que la eurozona, algo difícil de lograr viniendo del 5,3% en el 2022 y teniendo en cuenta que habrá efectos de segunda ronda.

Uno de los elementos de más preocupaci­ón de las estimacion­es del FMI para España son las finanzas públicas. En concreto, sitúa el déficit público estructura­l en el 4,1% del PIB en el 2022 y lo mantiene hasta el 3,9% en el 2027. Una mala noticia para la sostenibil­idad de la deuda pública, que solo se prevé que caiga 1,8 puntos de PIB en cinco años (del 116,4% del PIB en el 2022 al 114,6% en el 2027), por lo que el FMI no anticipa que España vaya a hacer ningún esfuerzo de control del déficit en breve. Estamos hablando de una desviación estructura­l ingresos-gastos cada año en torno a los 50.000 millones de euros, que debería obligar al Gobierno a plantear una hoja de ruta como reclaman, entre otros, la Airef y el Banco de España. Y más ante el escenario de subida de tipos al que nos enfrentamo­s. No me extraña que el FMI no confíe en que controlemo­s el déficit estructura­l si el Gobierno plantea subir las pensiones con el IPC. Hagan cuentas: un punto de inflación son 1.713 millones de gasto extra en pensiones, por lo que si el FMI acierta en su previsión, son 9.079 millones más de gasto público. Y si el que acierta es el Banco de España (que sitúa la inflación en el 7,5%), la cifra supera los 12.000 millones de euros.

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Universita­t de ValènciaIV­IE-Cunef
Desconfian­za Uno de los elementos más preocupant­es de las estimacion­es del FMI para España es el de las finanzas públicas
El transporte ferroviari­o yla digitaliza­ción son también claves para reducir las emisiones Universita­t de ValènciaIV­IE-Cunef Desconfian­za Uno de los elementos más preocupant­es de las estimacion­es del FMI para España es el de las finanzas públicas

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