La Vanguardia - Dinero

El biometano enciende las esperanzas energética­s

Llegan los fondos europeos y se rompen las barreras regulatori­as: ¿es la hora del gas renovable?

- Piergiorgi­o M. Sandri PICTURE ALLIANCE / GETTY

Barcelona

Rebelión en la granja. Pero esta vez no hablamos ni de literatura ni de política, sino de energía.

En las altas esferas europeas se debate cómo reducir la dependenci­a de los hidrocarbu­ros de Rusia y cómo diversific­ar el suministro energético para cumplir con los objetivos del clima, pero parte de los recursos que necesitamo­s ya los tenemos en casa.

Son aquellos representa­dos por el conjunto de la materia orgánica procedente de residuos vegetales o urbanos, estiércole­s, rechazos de la industria agroalimen­taria y forestal, fangos de las depuradora­s, purines porcinos, etcétera. Es un tesoro natural escondido (y no siempre aprovechad­o). España, que cuenta con un sector agropecuar­io relevante, granjas y explotacio­nes ganaderas, tiene una gran ocasión.

Porque mediante un proceso de descomposi­ción de esta materia orgánica llamado digestión y llevado a cabo en instalacio­nes específica­s, se generan gases que sirven como fuente energética renovable, aplicable in situ para fortalecer el desarrollo económico local. Es el biogás. Gracias a un sucesivo procedimie­nto de depuración conocido upgrading, se puede dar un paso más. Al eliminar las impurezas y el dióxido de carbono del biogás se obtiene el biometano. Este último tiene una gran ventaja: se puede inyectar en la red gasista existente igual que el gas natural.

Sobre el papel, sus ventajas son evidentes. Es una tecnología madura. No hay que gastar más en infraestru­cturas nuevas, sin emisiones netas nocivas en la atmósfera, y es un recurso energético autóctono. No hay que comprarlo en el extranjero. Asimismo, los residuos sólidos del proceso se reutilizan para producir fertilizan­tes, recuperar las zonas degradadas e impulsar la economía circular. “A diferencia del hidrógeno verde, que apunta a ser una de las apuestas verdes del futuro, el biometano es el presente y está listo para su uso inmediato”, dice Joan Batalla, presidente de Sedigas.

Sus múltiples aplicacion­es incluyen el suministro de calor y electricid­ad para edificios e industrias y la producción de combustibl­es para el sector del transporte. Además, estas plantas de tratamient­o de los residuos ocupan diez veces menos espacio que una instalació­n solar o eólica. Y podrían generar hasta 25.000 puestos de trabajo en los próximos ocho años.

Además, así, se soluciona el problema de la gestión de los residuos de las explotacio­nes agrícolas y, de paso, se lucha contra la despoblaci­ón de las zonas rurales (piensen en la España vacíada) .

Para la UE, España es el tercer país comunitari­o con mayor potencial de desarrollo de este tipo de fuente de energía. Podría aportar un 10% del consumo de gas de Europa. Sin embargo, hasta ahora este recurso ha quedado en el limbo. Frente a las casi 20.000 plantas de biogás de que dispone Europa, en el territorio español no llegan a 250. En cuanto al biometano, solo hay cinco plantas de producción e inyección a la red de gas natural en España, cuando en el conjunto hay un millar, gracias también a que hubo importante subvencion­es públicas para cubrir los costes. Una de las mayores diferencia­s se encuentra con Francia, que ya cuenta con casi 500 plantas de biometano, que crecen a un ritmo de dos por semana.

El Ejecutivo lanzó una hoja de ruta del biogás a finales de marzo, pero, según fuentes consultada­s, lo hizo de manera tardía (antes se hizo la del hidrógeno) y poco ambiciosa.

Procesos de producción de biogás y de biometano

“La hoja de ruta es insuficien­te. Parece más una hoja de destino: se quiere llegar a una ciudad, pero sin explicar ni cómo ni con quién o quién paga los gastos. Establece un objetivo de consumo de al menos un 3,5% de biometano, cuando debería ser de un 10% para alinearnos con Europa ”, objeta Francisco Repullo, presidente de la Asociación Española de Biogás (Aebig).

Pero ahora acaba de cerrarse una semana decisiva. El Gobierno ha publicado el real decreto que permitirá poner en marcha un sistema de certificac­ión de garantía de origen para los gases renovables, una norma que traspone una directiva europea con mucho retraso y cuya implementa­ción estará a cargo de Enagás. Al tener informació­n sobre cuándo, dónde y cómo se produjo el gas, estas garantías aportarán un valor añadido a la hora de comerciali­zar el biometano, fomentarán su consumo y permitirán a las empresas llevar a cabo sus políticas de descarboni­zación, al conmutar o compensar la compra de los derechos de emisión.

La otra novedad es el plan RepowerEU que se presentó hace pocos días. Bruselas tiene la intención de que el 10% de su demanda de gas se cubra mediante biometano para el 2030, un porcentaje que según algunos organismos, como la European Biogas Associatio­n, se podría triplicar en el 2050. Ahora ha puesto sobre la mesa unos 37.000 millones de euros destinados a esta tecnología, cifra que supera a la del hidrógeno. A la espera de que esto se concrete y el dinero llegue a su destino, el entorno financiero es propicio. “Va a haber una explosión de plantas de biometano en España con el apoyo de los inversores”, pronostica Joan Ramon Morante, director del Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC) y profesor de la UB. De hecho, España contará a finales de año con 12 plantas de biometano y en el 2024 serán 64, según la asociación Gasnam.

También hay que considerar el contexto geopolític­o, que juega a favor. Si se compara con hace cuatro o cinco años, la situación es diferente, porque esta tecnología ahora sí que es competitiv­a. Con el precio del gas natural por las nubes a causa de la guerra de Ucrania, el biometano es convenient­e. Incluso con el actual precio del tope de gas en los 50 euros, el gas renovable cuesta cerca de la mitad. Además, mediante esta tecnología se incrementa cierta “soberanía energética”. “España podría reemplazar un tercio del gas que importa con biometano producido en el país”, asegura Joan Batalla.

“El objetivo es que el biometano llegue a representa­r más del 20% de las actuales importacio­nes de gas de la UE procedente­s de Rusia, para que en el 2050 cubra entre el 30% y el 50% de la futura demanda de gas de la UE”, explica Harmen Dekker, director general de la Asociación Europea de Biogás (EBA).

“El dinero de Bruselas se queda corto, si se piensa que una planta de biogés cuesta ella sola siete millones de euros. Todavía se necesita apoyo financiero público”, reclama Repullo. Asimismo, en su opinión, en España falta una cierta homogeneiz­ación regulatori­a entre las distintas comunidade­s autónomas y es imprescind­ible agilizar los procesos, porque para obtener licencias medioambie­ntales se puede tardar hasta seis meses.

¿Puede el biometano considerar­se nuevo pilar energético verde o es un componente más? Según Repullo, “el valor añadido de este recurso no es tanto su valor energético cuanto su impacto medioambie­ntal, porque elimina los residuos y las emisiones”. Pero no hay que olvidar que en Regreso al futuro (1985) el doctor Doc echaba basura en el coche DeLorean como combustibl­e para viajar hacia el futuro.

“Mientras que el hidrógeno es el futuro, el biometano es el presente”, dice Joan Batalla, de Sedigas

“Va a haber una explosión de plantas de esta tecnología en España”, asegura Joan Morante, del IREC

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