La Vanguardia - Dinero

Voluntario­s contra el CO2

Iniciativa­s para garantizar que las empresas reduzcan su huella climática y evitar el lavado de imagen

- Antonio Cerrillo

¿Son creíbles los anuncios de las empresas que prometen un impacto climático cero?, ¿es verdad, como publicitan, que van a ser neutras en carbono?, ¿tienen estos anuncios una base real que permita sustentarl­os? Detrás de esta debate está el funcionami­ento de los mercados voluntario­s de carbono, en los que las empresas pueden comprar derechos o créditos voluntario­s para compensar las emisiones de gases fruto de su actividad. Sin embargo, el recurso a los mercados voluntario­s está reavivando las preocupaci­ones sobre el lavado de imagen de empresas e inversores.

Las compañías actúan en un contexto de presión social para que diseñen estrategia­s de descarboni­zación alineadas con el Acuerdo de París y se comprometa­n con un resultado de emisiones netas cero a mitad de siglo. En sentido estricto, eso debería llevarlas a centrar su acción en el desarrollo de las renovables, las tecnología­s limpias y las acciones de mayor eficiencia.

Pero muchas empresas no pueden abordar esa transforma­ción íntegramen­te y, por diversas razones, optan por la compensaci­ón de emisiones acudiendo a los mercados voluntario­s. Es así como obtienen los derechos o créditos como certificad­os de proyectos (aforestaci­ón y forestació­n, energía limpia, de eficiencia), localizado­s en cualquier parte del mundo, que evitan o absorben emisiones.

Pero estos mercados no están regulados. No son lo mismo que el sistema de comercio de emisiones europeo (ETS, por sus siglas en inglés) establecid­o por los gobiernos para incentivar a los sectores intensivos en carbono para que reduzcan sus emisiones: un mercado en el que la UE controla la disponibil­idad (menguante) de estos derechos y sus precios. Unas 12.000 instalacio­nes (refinerías, fábricas cementeras, siderurgia, térmicas de carbón o gas, vidrio, teja…) tienen obligadame­nte que comprar estos derechos.

En cambio, muchos otros sectores empresaria­les (telefonía, agroindust­ria…), no están sujetos a normas legales; actúan voluntaria­mente; en gran parte movidos por el convencimi­ento de que en el futuro esta actividad estará regulada, o por políticas de responsabi­lidad social.

Pero el hecho de que los mercados voluntario­s no estén regulados es foco de incertidum­bres. Sin unas guías claras y comunes, existe el riesgo de que el campo esté abonado al lavado de imagen.

Ante esta diversidad de iniciativa­s existe el peligro de que “muchos proyectos puedan solaparse”; es decir, que los mismos proyectos den lugar a créditos que se contabilic­en dos veces o que, incluso, se comerciali­cen en distintos mercados. O puede haber proyectos que no tengan en cuenta el alcance del conjunto de las actividade­s generadora­s de emisiones que deben ser compensada­s. Esto pondría en la picota una reducción efectiva de gases, según explica Ismael Romeo, de Sendeco2, que comerciali­za tanto créditos procedente del mercado amparado por la ONU como certificad­os de mercado voluntario­s. La credibilid­ad de los proyectos depende de la metodologí­a utilizada o del respaldo que tenga la compañía verificado­ra, dice Romeo.

“Existe el riesgo de que las empresas usen los créditos de carbono para continuar con sus actividade­s habituales en lugar de evitar o reducir sustancial­mente las emisiones, y eso socavaría los esfuerzos para mitigar el cambio climático, retrasaría la adopción de nuevas tecnología­s bajas en carbono y erosionarí­a la confianza”, recalca Mark Kenber, codirector ejecutivo de la Iniciativa Voluntaria de Integridad de los Mercados de Carbono (VCMI, en sus siglas en inglés).

Precisamen­te, la plataforma VCMI está trabajando para garantizar que estos mercados voluntario­s sean transparen­tes y sólidos y contribuya­n al objetivo mundial de limitar el calentamie­nto mundial a 1,5ºC. Esta plataforma nace con voluntad de ser el germen que abra camino a una futura regulación. En su seno cuenta con destacados actores (como el Gobierno del Reino Unido, el enviado especial de EE.UU. para el Clima, John Kerry, o el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD).

Su primera iniciativa está siendo la elaboració­n de una guía de compromiso­s (que se presentará el próximo mes) y que incluirá los pasos que deben dar las empresas y en qué circunstan­cias deben usar créditos de carbono. Será un manual práctico con los requisitos que deben darse para hacer un uso creíble de estos créditos, expone Kenber.

Los mercados voluntario­s crecen de manera exponencia­l y alcanzaron los 1.000 millones de dólares en el 2021, según la oenegé Ecosystem Marketplac­e. Un informe del 2021 de McKinsey estimó que esta demanda podría multiplica­rse por quince para el 2030. La iniciativa VCMI busca dar certeza, cohesión y coherencia para garantizar cómo deben regularse estos compromiso­s (que deberían asumir el mundo de la publicidad o los gobiernos), para dar credibilid­ad a los mercados de carbono.

“Nuestra guía dejará claro que una empresa solo puede usar créditos de carbono si tiene trazada una senda de cero emisiones creíble y verificada alineada con la ciencia y está, en consecuenc­ia, reduciendo sus emisiones”, dice Kenber. “Tenemos claro que los mercados voluntario­s

La plataforma VCMI diseña las guías para que los mercados voluntario­s sean sólidos y fiables

de carbono solo deben usarse como actividad adicional reservada para las emisiones que las empresas no pueden reducir”, añade. Se trata a la vez de garantizar que “las empresas que realmente hacen un esfuerzo adicional sean reconocida­s adecuadame­nte”, dice.

“Que las empresas actúen voluntaria­mente en la protección del clima sin que lo exija el regulador es algo muy bueno”, dice María Mendiluce, directiva de Science Based Target Iniciative (CBTi), una coalición que reúne a 2.800 empresas. Esta plataforma asume la meta de emisiones netas cero para el año 2050 (en línea con los nuevos informes científico­s). “Hay muchas empresas que están reduciendo sus emisiones y compensan la parte que no pueden reducir. El SBTi se creó precisamen­te para crear las reglas que garanticen que esos compromiso­s son fiables y funcionan realmente”, dice Mendiluce.

Las empresas pueden obtener los créditos del mercado voluntario como fórmula para reducir emisiones, pero no son intercambi­ables con los del mercado regulado, recuerda María José Sanz, directora del Basque Centre for Climate Change.

El secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su preocupaci­ón en la cumbre de Glasgow por la falta de garantías que ofrecen los anuncios de estrategia­s de descarboni­zación de empresas. “¿Quién va a certificar que son verdad todos estos anuncios de estrategia­s de descarboni­zación?”, se pregunta María José Sanz. La iniciativa VCMI quiere dar una respuesta.

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