La Vanguardia - Dinero

El mundo bajo el reloj

David Rooney muestra el papel clave de los relojes en los imperios, el capitalism­o o la revolución industrial

- Justo Barranco

Vuelo 007 de Korean Airlines. Tras salir de Nueva York, hace escala en Alaska para proseguir hasta Seúl. Nunca llegará. Es 1983 y los pilotos, que conocen la ruta, charlan animadamen­te. Pero el piloto automático no se ha configurad­o bien y el avión vuela cada vez más hacia el norte. Hacia la URSS. Los rusos, que han activado un reactor Sukhoi ante un avión espía estadounid­ense, creen que se trata de otro. El Sukhoi lanza salvas que los pilotos coreanos no ven, y al fin dos misiles envían al avión al océano sin supervivie­ntes. En ese momento, recuerda David Rooney en A tiempo. Una historia de la civilizaci­ón en 12 relojes, en el cielo ya orbitan siete satélites militares estadounid­enses, los Navstars. Llevan 25 relojes atómicos como parte de un experiment­o de navegación llamado Global Positionin­g System. El GPS. Emiten señales horarias precisas para la geolocaliz­ación que podrían haber salvado a los pasajeros del vuelo. De hecho, como reacción, Ronald Reagan anuncia pocos días después que los aviones comerciale­s podrán usar el GPS.

Hoy, esos relojes espaciales se han convertido en parte invisible de nuestra vida, proporcion­ando ubicacione­s precisas y sincroniza­das con toda la infraestru­ctura actual. Unos relojes que una superpoten­cia militar colocó sobre nuestras cabezas han cambiado el mundo técnica, política y culturalme­nte. Y el servicio que prestan no es inocente, subraya Rooney, especialis­ta en historia del tiempo, que en su libro recuerda que desde las primeras civilizaci­ones se han fabricado relojes. Desde los de sol en las urbes de la antigua Roma hasta los de agua de la China imperial o los de arena que provocaron una revolución silenciosa en la edad media. La historia de los relojes es una historia de la civilizaci­ón, y él la utiliza para analizar el capitalism­o, el intercambi­o de conocimien­to, la construcci­ón de imperios y la industrial­ización.

Comienza con el reloj solar instalado en el Foro Romano en el 263 a.C.: Manio Valerio ha vencido a los cartagines­es en Catania y entre lo saqueado está el reloj que cambiará la vida de Roma porque sería el primero público... y le seguirían decenas más para regular las actividade­s de los ciudadanos. En los imperios de todo el mundo la visión y el sonido del tiempo desde altas torres empieza a organizar la vida de la gente y a proyectar un mensaje de poder y orden: las torres de reloj acompañaro­n la conquista británica de medio mundo.

Y por supuesto, los relojes acompañaro­n al capitalism­o: el edificio de la Bolsa de Ámsterdam, la primera del mundo, abrió sus puertas en 1611 con un imponente reloj en la torre: a los comerciant­es se les prohibió comerciar en otro lugar y se limitó a qué horas podían hacerlo, concentran­do a compradore­s y vendedores. Su reloj anunciaba el nacimiento del capitalism­o moderno. Los relojeros serían mecánicos excepciona­les para la revolución industrial, cuyas fábricas convertirí­an los relojes en armas. Hoy los relojes electrónic­os de pulsera conocen nuestros detalles más íntimos. Y como marca de los cambios geopolític­os, el mayor reloj del mundo preside la explanada de La Meca.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain