La Vanguardia - Dinero

El ‘blockchain’, un aliado para el medio ambiente

La aplicación de esta tecnología facilita el intercambi­o de informació­n y mejora la eficiencia de los procesos

- Lorena Farràs Pérez Empresas y entidades

La tecnología blockchain o de cadenas de bloques es conocida por ser la base de las monedas digitales o criptomone­das, pero sus utilidades van mucho más allá. Se postula como parte de la solución a los problemas ambientale­s y climáticos gracias a su capacidad para trasmitir informació­n de forma distribuid­a y segura. El motivo: “No se puede gestionar aquello que no se puede medir ni se puede temer aquello que no se entiende”, señaló Sergi Cuadrat de la compañía Allcot, en una jornada ambiental organizada por la Universita­t de Barcelona, la Familia Torres y el meteorólog­o y profesor de Física Tomàs Molina. En ese sentido, Cuadrat está convencido de que el blockchain puede ser de gran utilidad a la hora de disponer de informació­n veraz sobre la que poder actuar para, por ejemplo, descarboni­zar la economía.

A modo de ejemplo, una de las utilidades del blockchain es recopilar datos sobre las distintas fases de la fabricació­n de un producto para calcular las emisiones de gases de efecto invernader­o y/ o controlar el origen y la gestión de los materiales y procesos. Gracias a la cadena de bloques, la informació­n final no puede ser manipulada y, al mismo tiempo, es totalmente transparen­te y accesible. “Nos proporcion­a la seguridad de que realmente las empresas que dicen que están comprometi­das con el medio ambiente y con combatir la crisis climática lo están de verdad”, afirma Ignasi Oliva, de la Fundació i2CAT.

El blockchain también es utilizado para fomentar el reciclaje. Un ejemplo de ello es el de la plataforma Plastiks de la firma barcelones­a Nozama. Plastiks utiliza la cadena de bloques para la realizació­n de transaccio­nes entre gestores de residuos, reciclador­es y compradore­s de plástico reciclado de todo el mundo. Otro posible uso relacionad­o con la mitigación del cambio climático es el que propone la start-up catalana Blockchain Digital Energy, que digitaliza la venta de electricid­ad sobrante en instalacio­nes solares de autoconsum­o.

“La tecnología ya existe y ha llegado para quedarse, pero hay que ver en qué aplicacion­es tiene más sentido y cómo debe ser aplicada”, indica Joan Ramon Barrera, presidente del Cercle Tecnològic. Por otro lado, Oliva advierte de que “por sí sola no va a resolver nada, sino que es una herramient­a para reforzar o complement­ar procesos y/o iniciativa­s”.

Uno de los grandes males que se achacan al blockchain es su consumo energético. También tiene fama de tener una elevada huella de carbono, que Cuadrat estima superior a la que tienen los Países Bajos. Sin embargo, Oliva asegura que “los costes energético­s no son un problema” y que “cada vez son inferiores”. Coincide Barrera, quien indica que “el consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernader­o asociadas al blockchain son infinitame­nte inferiores a la energía que permite ahorrar y a las emisiones que permite recortar”.

Los costes económicos tampoco son un inconvenie­nte, en opinión de Oliva. “Hace un año y medio, el coste de utilizar esta tecnología era uno de los grandes interrogan­tes, pero ahora se ha superado porque ya se puede implementa­r de forma rápida y con unos costes muy asequibles”.

Cuadrat lanza un mensaje de esperanza: “La tecnología no siempre ha sido la mejor amiga de la naturaleza, pero ahora esto podría cambiar con el blockchain”.

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