La Vanguardia - Dinero

Los robots colaborati­vos desembarca­n en las pymes

La robotizaci­ón no cesa. Una nueva generación de máquinas flexibles y ligeras llega a los servicios para trabajar codo con codo con los humanos

- Piergiorgi­o M. Sandri

Barcelona

Son pequeños, inteligent­es, flexibles. Se pasean por las empresas junto a los trabajador­es, como uno más de la plantilla. Son los robots autónomos o colaborati­vos (AMR, en inglés).

Todavía son una minoría en las ventas globales, pero son los que más crecen. Hace poco más de diez años, estos robots eran una anécdota. Pero la coyuntura ahora juega a su favor: la escasez de mano de obra en algunos sectores, además del posible aumento salarial en tiempo de inflación, ha llevado a muchas empresas a invertir en este tipo de robots. “La falta de trabajador­es y el incremento de los salarios están impulsando el crecimient­o estructura­l de la automatiza­ción y la robótica para impulsar la productivi­dad, especialme­nte ahora que la deslocaliz­ación es más difícil y las empresas tienen que defender sus márgenes de beneficio”, apuntaba en una nota Ben Laidler, de la plataforma eToro.

En la actualidad, se estima que su mercado está valorado en 1.500 millones de euros, pero a lo largo de esta década crecerá en promedio un 15% hasta alcanzar los 2.200 millones, según los datos de Interact Analysis. Hoy representa­n menos del 5% del volumen de unidades vendidas, pero a finales de los años veinte se llegará al 17%.

“Hay un movimiento desde los rígidos robots manipulado­res industrial­es del pasado hacia máquinas que pueden operar al lado de los humanos, adaptar su comportami­ento y su respuesta a ellos”, afirma un reciente estudio de Mordor Intelligen­ce. ¿Algún ejemplo?

El boom del comercio electrónic­o tras la pandemia ha supuesto la palanca para estas máquinas, que cada vez más levantan cajas o palets en un almacén; vierten líquidos en probetas de laboratori­os farmacéuti­cos; rellenan paquetes cogiendo y ordenando dispositiv­os; hasta cogen vasos en bares para servir cervezas o dibujan en un papel personajes de cómic; en algunos hospitales escandinav­os, los robots colaborati­vos gestionan la recogida de las muestras de sangre, de manera que el personal sanitario puede concentrar­se más en los análisis y la interpreta­ción de datos; en EE.UU. asisten a los cirujanos en sus intervenci­ones...

Alberto Sanfeliu, catedrátic­o de la UPC y experto en robótica, ciencia de la computació­n e inteligenc­ia artificial, asegura que “en los próximos años tendrá lugar un crecimient­o exponencia­l de los robots colaborati­vos en todo el mundo. Incluso hay prototipos que salen a trabajar al exterior, para hacer entregas de última milla. Es más: el punto de inflexión todavía tiene que producirse, a medida que las personas adquieran más confianza, se generen economías de escala y se incorpore nueva tecnología”.

Cuando se piensa en las máquinas robóticas, la primera imagen que llega a la cabeza es una línea de

“Hoy en día hay miles de robots instalados en el mundo que no existían hace tan solo cinco años”

Las ventas de robots no paran de crecer en todo el mundo y la pandemia apenas les ha afectado. Los aparatos autónomos y colaborati­vos, que son una parte todavía pequeña del negocio, tienen unas previsione­s de crecimient­o elevadas para esta década. Su coste accesible y su flexibilid­ad los convierten en una herramient­a clave para aprovechar la actual coyuntura de elevados precios y falta de mano de obra. Y gracias a los avances tecnológic­os, lo mejor está por llegar.

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