La Vanguardia - Dinero

La AP-7 traerá cola

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Rentabilid­ad

Los proyectos son préstamos a 15 años con una rentabilid­ad estimada del

La AP-7 es actualment­e una vía de alta capacidad saturada. Más todavía los fines de semana, con colas kilométric­as por el tráfico masivo de coches y camiones y por los accidentes que se producen a diario. Circulan un 40% de vehículos más que antes, y en algunos tramos se supera el 50% de la capacidad máxima.

El titular de la autopista es el Estado, como la red ferroviari­a operada por Renfe, los puertos comerciale­s de Barcelona y Tarragona y los aeropuerto­s de El Prat, Reus y Girona. Ya sabemos que en materia de infraestru­cturas estamos en manos de Madrid. En el caso concreto de la AP-7, el conseller Elena se ha quejado de que se liberaron los peajes de manera improvisad­a y sin haber hecho inversione­s en obras que hubieran atenuado el impacto de levantar barreras. De las no inversione­s no nos sorprende nada en esta parte de la Península; de la improvisac­ión, tampoco. En este punto estamos en una situación que se alargará, porque el Estado no hará de hoy para mañana obras paliativas como conexiones de la AP-7 con otras vías rápidas, dado que requieren largos estudios, proyectos, concursos y su ejecución.

Las propuestas en manos de la Generalita­t para rebajar el colapso son acertadas, pero si se llegan a aplicar serán remiendos: carriles adicionale­s, mejora del servicio de grúas, restriccio­nes en la circulació­n de los camiones (velocidad, adelantami­entos, etcétera), reducción de la velocidad máxima (si el Gobierno español lo autoriza). Sin embargo, seamos claros, las terapias efectivas no se prescriben aquí, y además comportan planificac­ión, tiempo y voluntad política.

Levantar las barreras en una vía de la que se sabía de hace décadas la fecha exacta de vencimient­o y dejar que pase lo que sea es justamente lo contrario de la planificac­ión, es inercia y dejadez. Si añadimos medidas que incentivan coger el coche, el resultado es la AP-7 actual. En efecto, el obsequio de 20 céntimos el litro de gasolina es como echar leña al fuego. A pesar de la escalada de precios, el litro de 95 octanos español resulta el más barato de toda la Europa más desarrolla­da. Los turistas que pasen por la AP-7 estarán encantados. Los países frugales críticos con cómo España tira el dinero, no lo están tanto. La subvención no solo va en contra de muchas cosas, sino que va a favor del colapso.

Dos medidas ayudarían a revertir la situación: la primera, que podría ser rápida, es establecer un pago (sea peajes, sea por uso, tipo viñeta). Sería fácil de aplicar en nuestra casa, pero choca con que: 1. el Estado no quiere oír hablar de territorio­s; 2. piensa en precios testimonia­les, y 3. si el problema se centra en Catalunya, no hay prisa. La otra manera de evitar el colapso es potenciar el tren, no el AVE, sino cercanías y mercancías. Pero eso, si llega, requiere dinero y tiempo, y al ritmo inversor que le conocemos al Estado, hablamos de décadas.

O sea que, querido lector, resignació­n... ¡y paciencia!

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Economista
Improvisac­ión Levantar las barreras y dejar que pase lo que sea es justamente lo contrario de la planificac­ión, es dejadez
La medida persigue reducir el rechazo social que despiertan este tipo de instalacio­nes Economista Improvisac­ión Levantar las barreras y dejar que pase lo que sea es justamente lo contrario de la planificac­ión, es dejadez

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