La Vanguardia - Dinero

Sin agua no hay agricultur­a (ni comida)

El regadío gana protagonis­mo con la crisis climática, pero su modernizac­ión sigue siendo una asignatura pendiente

- Lorena Farràs Pérez

La fuerte sequía que vive Europa ha dejado al descubiert­o antiguas inscripcio­nes escritas en rocas de lechos de río en las se alerta de que la falta de agua puede conllevar enfermedad­es y muerte. “Si me ves, llora”, se puede leer en una de ellas. Se las conoce como las “piedras del hambre” porque sin agua no crecen los cultivos y tampoco hay alimento para el ganado. La Coordinado­ra de Organizaci­ones de Agricultor­es y Ganaderos (Coag) estima que el estrés por agua y calor del verano ha reducido los rendimient­os en los cultivos de secano hasta en un 80% en el conjunto del país. En algunos casos, los propietari­os se han visto obligados a regar plantas y árboles tradiciona­lmente de secano para poder salvar parte de la producción. Los únicos cultivos que no se han visto afectados (al menos hasta las recientes restriccio­nes al riego) han sido los cultivos de regadío, que suponen el 33% en Catalunya y el 23% en España. En este sentido, Francesc Reguant, presidente de la Comisión de Economía Agroalimen­taria del Col·legi d’Economiste­s de Catalunya, ve en el riego “una herramient­a de seguridad alimentari­a porque permite garantizar la producción de alimentos en tiempos de sequía como los actuales”.

“Una de las consecuenc­ias de la crisis climática es que aumentan las temperatur­as y las plantas tendrán más sed. Por otro lado, la pluviometr­ía también será más irregular, lo que supone menos disponibil­idad de agua”, advierte Joan Girona, investigad­or del programa Uso eficiente del agua en agricultur­a del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimen­tàries (IRTA). Antes tales condicione­s climáticas, no es de estrañar que la superficie de regadío vaya en aumento. En concreto, en el 2021 había un 6% más de tierras de regadío que en el 2011, tanto en Catalunya como en el conjunto del país.

La superficie de regadío va en aumento y, por tanto, también el consumo de agua destinado a este fin. En Catalunya, se estima que la mitad del agua consumida se destina a usos agrícolas, mientras que en el conjunto de España el porcentaje es del 80%. La cifra varía considerab­lemente en función del peso de esta actividad económica. Reguant insta a “invertir en la modernizac­ión de los sistemas de riego para un uso más eficiente del agua” ante la menor disponibil­idad futura de este recurso. Sin embargo, el experto del Col·legi d’Economista se lamenta que mientras en el conjunto de España el riego por gravedad (o a manta) representa el 22%, en Catalunya sigue suponiendo el 55%. El riego por gravedad consiste en inundar los campos, siendo el más ineficient­e de todos los tipos de riego por requerir de grandes cantidades de agua.

Afectacion­es en ganadería

Las condicione­s extremas de calor y escasa pluviometr­ía perjudican también a la ganadería. De forma directa porque los animales tienen mayores necesidade­s hídricas e indirecta porque su alimentaci­ón depende de la producción agrícola. “La disponibil­idad de agua preocupa al sector, tanto el hecho de poder tener suficiente agua como que esta sea de la calidad adecuada”, indica Maria Devant, responsabl­e del programa de producción de rumiantes del IRTA. Devant afirma que el sector ganadero está muy conciencia­do con esta problemáti­ca. Sirva como ejemplo el caso de los productore­s de vacuno catalanes, que son capaces de producir un kilo de carne de ternera consumiend­o de dos a tres veces menos agua que la media mundial, según datos del Irta.

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