La Vanguardia - Dinero

El gas quiebra el cristal veneciano

- Anna Buj

Roma

En septiembre del 2021, los artesanos que fabrican el preciado cristal de Murano, en Venecia, pagaban 20 céntimos por metro cúbico de gas. Ahora la media es de 2 euros y 25 céntimos. Una de las mayores empresas de la zona recibió en julio una factura que les dejó de piedra: 292.000 euros, solo en gas. Antes del estallido de los precios, le llegaban recibos de entre 30.000 y 40.000 euros al mes.

La crisis energética está obligando a los maestros artesanos que siguen este oficio de tradición milenaria a tomar una decisión dolorosa: o reabrir sus talleres y afrontar estos precios desorbitad­os incluso perdiendo dinero, o mantenerlo­s cerrados y no trabajar este mes de septiembre. La explosión de los precios del gas está amenazando a un entero sector de la economía italiana, unos 60 talleres que siguen fabricando jarrones, lámparas, vajillas o figuritas de un cristal único que se hace en la laguna de Venecia desde hace más de mil años.

“La gran mayoría de los artesanos cierra los hornos que fabrican el cristal a finales de julio y reabre a principios de septiembre, porque hace demasiado calor para trabajar en agosto. Es una época que tradiciona­lmente aprovecham­os para realizar la manutenció­n del equipo. Pero ahora, con una subida del 1.100%, la gran pregunta que nos hacemos es si reabrir. A muchos no les sale a cuenta”, cuenta a Dinero Luciano Gambaro, presidente de la asociación para la promoción del vidrio de Murano, Promovetro.

El problema es que para fabricar estos preciados objetos de vidrio soplado los hornos deben estar en marcha las 24 horas de los siete días de la semana. Encender uno de estos hornos no es como pulsar un interrupto­r. Se necesitan varios días para que alcancen las temperatur­as necesarias para moldear el cristal de Murano. Por eso los precios son tan desorbitad­os. Después de los empleados, la energía es el segundo mayor gasto de las fábricas.

Gambaro, que también tiene un pequeño taller en la isla veneciana, ha pasado de pagar entre 7.000 y 9.000 euros al mes por el gas a afrontar facturas de entre 40.000 y 50.000 euros. Él ha decidido que reabrirá: había ya asumido una serie de compromiso­s y no puede fallar a su clientela. Otros ya han anunciado que se esperarán a las ayudas gubernamen­tales. Hasta el momento los fabricante­s de Murano han recibido 8 millones de euros tanto del Gobierno de Roma como de la región del Véneto. “Ahora este dinero se ha terminado y desde este 1 de septiembre debemos pagar las facturas enteras”, lamenta el artesano veneciano.

Los habitantes de Murano creen que este desafío es mucho peor que el coronaviru­s. Con la pandemia pudieron seguir trabajando y aunque no había turismo en Venecia mandaban sus pedidos a la clientela internacio­nal. Pero ya hace varios años que este oficio está en crisis. Han cerrado talleres, en dos décadas se ha perdido un 40% de la industria y los pocos jóvenes que quedan en Venecia no quieren pasarse las jornadas laborales entre hornos de altas temperatur­as. Antes, el sector empleaba a unos 5.000 trabajador­es. Ahora apenas llegan a 1.000. Tienen trabajo, llegan pedidos, pero no pueden programar los envíos hasta que no se resuelva esta incertidum­bre sobre el alto precio de la energía.

La tradición del renombrado cristal de Venecia se remonta al siglo VIII, aunque no fue hasta el siglo XIII cuando comenzó su época de gran esplendor. Entonces el dogo de Venecia ordenó trasladar todos los talleres a la pequeña isla de Murano. Una de las versiones, la más extendida, explica que fue ante los horribles incendios que provocaban los altos hornos de leña en el casco antiguo de Venecia. Otra cuenta que el traslado era para evitar que el secreto del cristal veneciano –una composició­n química particular que lo hace más maleable– se expandiera por el mundo en un momento de auge comercial para la Serenísima.

“Hemos tenido momentos de fulgor y momentos en que íbamos a desaparece­r –concluye el presidente de Promovetro–. Pero mire, todavía seguimos aquí, después de tantos siglos, con un arte que no es solo un trabajo, es nuestra vida, nuestra historia y sobre todo nuestra pasión”.

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