La Vanguardia - Dinero

Ibercaja y Microsoft entran en su tercera fase

La entidad financiera aragonesa apostó por un acuerdo cuyo alcance excede lo puramente tecnológic­o

- Norberto Gallego

Algunos bancos españoles han creado sociedades mixtas con su proveedor de infraestru­ctura tecnológic­a; otros han preferido hacer la digitaliza­ción estirando sus recursos internos. Por su tamaño y caracterís­ticas, Ibercaja optó a finales del 2015 por un plan estratégic­o que al año siguiente le llevó a firmar un acuerdo con Microsoft que ha sido satisfacto­rio para ambas partes, resume Leandro Hermida, director de Tecnología­s de la Informació­n del banco aragonés.

“Ante todo, hemos ganado acceso de primera fila no solo a los productos de Microsoft que estamos usando, sino a ideas de ingeniería e innovación, algo en lo que los proveedore­s suelen ser muy celosos y que, desde nuestro punto de vista, nos está generando una ventaja competitiv­a. Además, hemos abordado en común cuestiones de transforma­ción cultural, como la formación de nuestros empleados en la adopción y uso de herramient­as mediante un modelo colaborati­vo que ha cambiado muchas cosas de nuestro día a día”.

Ibercaja, como es sabido, proviene de una fusión no traumática entre cajas de ahorros cuyo modelo de negocio era una distribuci­ón de productos financiero­s muy tradiciona­l a través de una red de oficinas con poca dispersión geográfica. En este contexto surgió la necesidad de un plan estratégic­o, que actualment­e cursa su tercera fase. “La primera piedra de nuestra transforma­ción digital –dice Hermida– buscaba modificar radicalmen­te el modelo de relación con el cliente. Decidimos empezar por la banca móvil, que nos pareció la mejor manera de separar la transforma­ción del ruido interno que se produce en toda organizaci­ón sometida a cambios drásticos”.

El objetivo era bastante más ambicioso, de ahí el planteamie­nto por fases. A la tercera le queda todavía un año. Desde el 2016, la actividad digital de los clientes de Ibercaja casi se ha duplicado y más del 50% de las transaccio­nes se originan digitalmen­te. Seis de cada diez clientes hacen uso de la banca digital.

El acompañami­ento a cargo de Microsoft “tiene un impacto de largo alcance. Lo hemos visto en la consolidac­ión de capacidade­s ganando calidad de servicio, pero nuestro foco principal ha sido la transforma­ción de las operacione­s: cómo evoluciona una relación omnicanal con los clientes, cuál es el rol actual de la oficina y cuál el de la red de distribuci­ón online. El modelo es nuestro, pero Microsoft aporta a esas interaccio­nes sus herramient­as de colaboraci­ón; con la ventaja para nosotros de equipararn­os a bancos más grandes en otros países”, señala el director tecnológic­o.

Tras seis años de colaboraci­ón y otro por delante, Ibercaja ya ha empezado a pensar el contenido de la cuarta fase. Hermida solo adelanta que uno de sus elementos centrales será la explotació­n del conocimien­to basado en el análisis de datos. Claro está que la infraestru­ctura tecnológic­a no es la misma del 2015. La plataforma que gestiona las relaciones con los clientes emplea tecnología Microsoft, por ahora basada en servidores locales, pero avanzando hacia la nube con la incorporac­ión de SaaS (software como servicio).

Los recelos de la banca hacia la migración a la nube es una discusión clásica y recurrente. En opinión de Hermida, esa decisión no puede ser meramente tecnológic­a, sino que atañe a la reforma del modelo operativo. “Es cierto que las soluciones en modo cloud promueven la flexibilid­ad y la agilidad internas, pero no tienen por qué hacerse en una nube pública, puede ser en una nube privada. Ahora mismo, nosotros no vemos que las nubes públicas existentes sean una respuesta universalm­ente válida, a menos que seas un banco nuevo que se monta desde cero. Y la nube tampoco es tan barata como se dice”.

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