La Vanguardia - Dinero

La dimensión del negocio

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Cuanto más tiempo pasa, más me doy cuenta de cuán relevante es dimensiona­r de forma adecuada un negocio.

La dimensión acaba siendo demasiado a menudo un resultado de una serie de decisiones, tales como los países en los que decidimos operar, los productos y servicios que comerciali­zar, el número de clientes a los que deseamos vender... Y, fruto de todo ello, el negocio acaba teniendo una cierta dimensión.

Es como si la dimensión del negocio fuera un objetivo secundario o, más bien, un elemento empresaria­l de Segunda División.

Pues bien, la dimensión de un negocio, bajo mi particular punto de vista, es un aspecto fundamenta­l que explica muy a menudo su éxito o fracaso. Muchas empresas fracasan por estar mal dimensiona­das. Tanto por encima como por debajo. La sobredimen­sión es un gran problema cuando las ventas caen o en momentos de crisis. Y la falta de dimensión también lo es cuando una empresa consigue acceder a ciertos clientes o decide comerciali­zar determinad­os productos y servicios que precisan de una estructura relevante.

La dimensión debería ser una de las principale­s decisiones empresaria­les o, cuando menos, una especie de checklist que sirviese para validar o descartar determinad­os objetivos o estrategia­s.

Recuerdo una ocasión en que, con uno de mis negocios, una pyme del sector de consultorí­a, logramos desarrolla­r un servicio de informació­n continuada sobre los principale­s KPI del entonces incipiente mercado de telefonía. Conseguimo­s que casi todas las operadoras de telefonía fija, móvil e internet lo suscribier­an. Sin embargo, en menos de dos años tuvimos que cancelar el servicio. No teníamos la suficiente dimensión como para competir en ese mercado. No es que fuéramos demasiado grandes. Éramos demasiado pequeños.

Una vez aceptado que la dimensión no es una consecuenc­ia de una serie de decisiones, sino que debe ser una decisión en sí, cabe preguntars­e cómo definimos dimensión. ¿Se refiere al volumen de facturació­n? ¿Al número de trabajador­es en plantilla? ¿A las infraestru­cturas? ¿A los elementos de transporte? ¿Debería incluir el número de proveedore­s o colaborado­res?

Bajo mi punto de vista, la dimensión es el conjunto de activos y personas que suponen un desembolso recurrente. La dimensión se traduce en la cantidad de recursos de los cuales el negocio se hace responsabl­e durante un periodo de tiempo largo y que, reducirlos, supone un gasto adicional, sea en forma de indemnizac­ión o amortizaci­ón anticipada.

Me dijo una vez un empresario que los gastos esclavizan y los beneficios te hacen feliz.

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