Los cruceros, ante el escollo de las emisiones
Una docena de barcos encabezan un cambio de paradigma en el sector naviero: pilas de combustible, menos emisiones y diseños más sostenibles
Con 350 buques, apenas representan el 1% de la flota marítima mundial, pero tienen la peor fama. Los cruceros no gustan a todo el mundo y su afectación medioambiental es su talón de Aquiles, lo que los somete a un constante y riguroso escrutinio, sobre todo en los últimos años. La presión en las ciudades donde hacen escala se ha hecho en algunos lugares insostenible, poniendo en cuestión este modelo de hacer turismo. Pero el hecho de estar constantemente señalados con el dedo los ha hecho reaccionar. Tanto es así que la industria de los cruceros está liderando en el mar la revolución más importante de los últimos tiempos: inversiones millonarias en busca de combustibles más sostenibles y limpios, sistemas de navegación menos invasivos y modelos de eficiencia en la gestión de aguas y residuos. Las voces más críticas tildan estos cambios de ecopostureo, aunque las inversiones que se están realizando van mucho más allá de un simple greenwhashing. Pero ¿será esto suficiente para revertir su reputación?
Una de las imágenes que nos dejó el Mundial de fútbol de Qatar fue la utilización de cruceros como el MSC World Europa como hoteles de lujo. No es la primera vez que una ciudad recurre a los barcos por falta de camas. También lo hizo Barcelona en el 92. Pero la tecnología ha hecho que entre ambas imágenes haya un abismo. El barco atracado en el puerto de Doha y que el viernes llegó a Barcelona –donde tendrá su puerto base– forma parte de la pionera flota de naves que está revolucionando el sector naviero con la incorporación de las llamadas pilas de combustible, baterías, electrificación, nuevos combustibles como el gas natural licuado (GNL) o el lavado de gases de escape (EGCS), entre otros aspectos.
Son la punta de lanza con la que el sector de cruceros quiere cumplir con los compromisos del denominado Pacto Verde, con el que la Unión Europea quiere alcanzar las cero emisiones netas para el otoño del 2050. El sector del transporte marítimo en general tiene un papel importante en este pacto, aunque en cifras relativas solo representa el 4% del total de emisiones de CO2 que produce la UE, muy por detrás del 20,5% que supone el transporte por carretera, según los últimos datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Pero los cruceros entienden que su impacto va más allá de la huella ecológica y han puesto el pie en el acelerador en su camino hacia la descarbonización. Junto con la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), las navieras más grandes del mundo se han comprometido con el denominado Fit for 55, un paquete de medidas cuyo objetivo es alcanzar la reducción de emisiones del 55% en el 2030 (con respecto a los registros de 1990). Un punto medio en el camino a la deseable neutralidad.
Uno de los logros más destacables hasta el momento es la reducción del 25% de emisiones de CO2 y el 98% de óxido de nitrógeno (y óxido de azufre) en una decena de barcos que funcionan con GNL. No se considera el combustible definitivo, solo de transición, debido a las emisiones de metano que genera su combustión, algo hasta ahora no presente. “Es un problema potencial. El combustible no se quema de forma eficiente y sale este metano. Los constructores de los motores están trabajando en ello para impedir que siga pasando, pero aun así, la reducción de contaminantes al aire
de disminuir el ruido submarino.
En Europa, las últimas cifras sobre emisiones de CO2 en los puertos europeos sitúan el de Rotterdam a la cabeza de los más contaminantes –casi 14 millones de toneladas de dióxido de carbono, según el último informe de la federación europea Transport & Environment–, pero paradójicamente también lidera las acciones para minimizar el impacto ambiental. De hecho, Rotterdam junto a los antes mencionados, forma parte del World Ports Climate Action Program, una iniciativa impulsada por un clúster de puertos de todo el mundo, en el que también están Barcelona y València, creada para favorecer el trabajo conjunto en acciones contra el cambio climático. el equivalente al consumo de 3.800 familias. Ello ha supuesto 10 millones de inversión. Pero el potencial del puerto, según su jefe de medio ambiente, Jordi Vila, es mucho mayor, y es ahí donde se han marcado el objetivo a medio plazo: 90 MWp que pueden producir 120.000 MWh/año, el equivalente al consumo de 35.000 familias. Lo que supone una nueva inversión estimada en 90 millones más. Otro proyecto destacable es la instalación de una planta de biogás, que aprovecharía los residuos generados por los barcos y por el mismo puerto. Según Vila, “se trata de prepararnos para dar respuesta a la demanda de nuevos combustibles que el sector marítimo realizará en los próximos años”.
Los Ángeles, Vancouver, Rotterdam, València o Barcelona forman parte de un clúster innovador