La Vanguardia - Dinero

Domino’s tira la toalla en Italia

- Anna Buj Roma

En la cuna de la pizza, la hawaiana no tiene nada que hacer contra la tradiciona­l margarita. Después de haber cerrado el último de sus establecim­ientos en verano, la cadena estadounid­ense Domino’s Pizza en Italia ha entrado en liquidació­n y ha tirado la toalla al cabo de siete años sin lograr conquistar el exigente paladar de los comensales italianos.

El operador de franquicia­s de la marca de comida rápida estadounid­ense, ePizza SpA, se declaró en bancarrota en abril y ahora ha empezado la fase final del proceso de liquidació­n, después de presentar toda la documentac­ión requerida ante un juzgado de Milán. Según Bloomberg, el proceso podría terminar con una recuperaci­ón de tan solo el 5% de la exposición de los acreedores, de acuerdo con un borrador del plan de reestructu­ración presentado el año pasado por la firma con sede en Milán.

Domino’s Pizza, una de las cadenas de pizzerías más grandes del mundo, desembarcó en el país transalpin­o en el 2015 a través de un acuerdo de franquicia con ePizza SpA. Su objetivo era hacerse con parte del mercado italiano –que evidenteme­nte gozaba de una enorme oferta de pizzerías locales– a través de dos vías, un servicio de entrega con sus propios repartidor­es y una oferta diferente a la de las pizzas tradiciona­les italianas más centrada en gustos populares en Estados Unidos, como la hawaiana –que incluye la (para los italianos) temida piña–, la barbacoa o las alitas de pollo. En ese momento, las pizzerías italianas no contaban con un sistema a gran escala de repartidor­es a domicilio como el que ofrecía Domino’s. El primero de los locales abrió en Milán, y después se atrevieron a expandirse a ciudades como Roma, Turín, Bolonia o Parma. No osaron, sin embargo, adentrarse en la capital de la pizza, Nápoles. En un principio tuvieron cierto éxito por la curiosidad inicial, pero pronto quedó claro que ni siquiera podían competir en precio, ya que una pizza en un restaurant­e italiano puede costar unos seis euros.

Ni los nuevos sabores han convencido a los italianos ni el sistema de entrega ha funcionado como deseaban. Todo quedó claro con la pandemia, cuando las pizzerías locales italianas empezaron a distribuir masivament­e sus productos con plataforma­s de repartidor­es como Glovo, Just Eat o Deliveroo, por lo que las motos de Domino’s ya no eran tan necesarias ante una mayor competenci­a con un producto más apreciado por los italianos. Con el confinamie­nto impuesto por la pandemia, se acostumbra­ron a pedir la pizza a domicilio a los restaurant­es de toda la vida.

“Atribuimos el problema al nivel significat­ivamente mayor de competenci­a en el mercado de entrega de alimentos con cadenas organizada­s y restaurant­es ‘mamá y papá’ (locales tradiciona­les) que entregan alimentos, al servicio y a los restaurant­es que reabren después de la pandemia”, aseguró, en un informe para inversores, ePizza tras los resultados del cuarto trimestre del 2021. Con los cierres por coronaviru­s, la empresa redujo un 35% sus beneficios en el 2020. En mayo del 2022, tenía 19,3 millones de euros de deuda, de los cuales 5,3 millones se debían a los bancos.

Los planes de Domino’s eran expandirse hasta crear 850 locales en Italia en la próxima década –con el objetivo de hacerse con el 2% del mercado nacional–, pero no llegaron a realizarse. La aventura italiana de Domino’s terminó con el cierre en julio de la última de las 29 sucursales italianas, una decisión que fue aplaudida con sorna por algunos usuarios de las redes sociales. “Es como tratar de vender nieve en el polo Norte”, ironizaba una usuaria de Twitter.

Las pizzas de Domino’s en Italia no son el único producto extranjero que los italianos han visto con desconfian­za. Cuando Starbucks decidió abrir su primer establecim­iento en la meca europea del café, en Milán, en el 2018, se desató una enorme polémica por sus precios. La última ocurrencia de los estadounid­enses para conquistar al público italiano es una línea de cafés emulsionad­os con aceite de oliva siciliano.

La cadena perdió fuelle cuando los restaurant­es italianos comenzaron a recurrir a plataforma­s

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