La Vanguardia - Dinero

La industria de la política

Cerca de 400.000 personas viven en España de la representa­ción popular, tres veces más que en Alemania

- Mariano Guindal Madrid

Prácticame­nte todas las industrias en España se han tenido que enfrentar a drásticas reconversi­ones de plantilla desde la gran recesión del 2008. Todas menos la industria de la política, que no solamente no ha reducido su tamaño, sino que se ha incrementa­do fuertement­e en el último lustro.

Como muestra un botón. En las elecciones municipale­s se han elegido 67.152 concejales que designarán a 8.131 alcaldes. Una parte de los elegidos, sobre todo de las ciudades medianas, pasarán a cobrar un salario. De tal manera que para muchos de ellos esta actividad se ha convertido en su profesión.

Conozco familiares y amigos que han pasado del paro a vivir de la política, que se ha convertido en una especie de oficina de empleo y un ascensor social para una buena parte de los que ni estudian ni trabajan.

Pero este es solamente un dato. En España, como escribe Juan López Alegre en ¿Y si me presento a las elecciones? (Deusto), viven de la política unas 380.000 personas. Tres veces más que en países como Alemania, donde hace años se decidió dar un fuerte tajo a las llamadas élites extractiva­s. Como afirma el economista César Molinas,

“extraen de la sociedad mucho más de lo que le aportan”.

De esta pléyade que viven de la política, unos 100.000 son cargos electos. El resto son asesores, altos cargos, etcétera. Personas encargadas de preparar los discursos, los programas, buscar financiaci­ón, mantener relaciones con la prensa, diseñar las campañas, generar y medir contenidos en las redes, encuestado­res etcétera.

Muchas de estas tareas podrían reducirse gracias a las nuevas tecnología­s, muy especialme­nte con la inteligenc­ia artificial. Por lo que antes o después habrá una reconversi­ón como consecuenc­ia de las restriccio­nes presupuest­arias que la Unión Europea indefectib­lemente impondrá a los países más endeudados a partir del 2024.

Pero lo más preocupant­e no es tanto el número de personas que viven de la política en España, como la velocidad con la que esta ac

A las personas que viven de la política habría que sumar los que viven de la patronal y de los sindicatos. Según datos oficiales, existen 24.000 liberados sindicales. Un ex alto cargo de UGT recuerda que en los dos últimos años CC.OO., UGT y CEOE han recibido 140 millones de euros, a los que hay que sumar otros 500 que han recibido de las administra­ciones territoria­les. tividad está creciendo. El actual Gobierno de Sanchez está formado por 22 ministros y 33 secretario­s de Estado, lo que nunca había pasado como consecuenc­ia de tener que gobernar en coalición. Esto da una idea de la falta de austeridad que ha existido en el control del gasto público. Lo de menos son sus sueldos, sino de la inercia del gasto que arrastran.

En paralelo con el crecimient­o de la industria política, ha ido creciendo el sector público a límites desconocid­os en nuestra historia. La última cifra oficial de funcionari­os se sitúa en 2.731.117. A estos hay que añadir los contratado­s laborales, que elevan el número de empleados públicos en 3,5 millones, lo que representa el 20,5% de la población activa (según la EPA).

Este crecimient­o del número de efectivos y del gasto que conllevan podrían hacer pensar que la Administra­ción funciona mejor. Pero no es cierto. El deterioro en el funcionami­ento de las administra­ciones públicas ha sido un clamor y se ha visualizad­o en el deterioro de la atención a los ciudadanos en la Seguridad Social o en las Oficinas de Empleo y hasta en las comisarías de la Policía o de la Guardia Civil.

Como consecuenc­ia de la pandemia se ha generaliza­do en todas las administra­ciones públicas la práctica de la cita previa que viene a ser como el “vuelva usted mañana” que denunció en el siglo XIX Mariano José de Larra.

La Administra­ción Pública es la empresa que más trabajador­es emplea de España y está sin gestionar. Y como dijo Felipe González en 1982, el auténtico cambio es que las cosas funcionen.

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