Del ‘Bidencoin’ al e-naira
A finales del 2022, diez países, además del Banco Central Europeo, tenían en marcha proyectos de CBDC (‘central bank digital currency’) y una treintena había completado estudios preliminares de factibilidad, según constata un informe del Banco Internacional de Pagos (BIS). Las tres monedas de reserva internacional –dólar, euro y yuan– presentan grados muy distintos de implementación en sus versiones digitales. El caso más avanzado es el e-yuan chino, cuyo proyecto data del 2014 y se calcula que su penetración actual equivale al 0,13% del total de circulante. Para las autoridades, la moneda digital es un modo de contrarrestar la popularidad de dos sistemas de pago privados, WeChat y Alipay.
En Estados Unidos, el supuesto de un dólar digital, de por sí complejo, se ha mezclado con la discusión acerca de las criptomonedas, que tienen partidarios y detractores. La desinformación ha desempeñado un papel: circula una campaña con el mote de ‘Bidencoin’ para desacreditar una idea que, en todo caso, no depende de la Casa Blanca sino de la Reserva Federal. Para el Reino Unido, la propuesta de e-pound era supuestamente una oportunidad de reforzar el Brexit, pero el proyecto del Banco de Inglaterra ha sido víctima de la inestabilidad de los gobiernos conservadores. Algo parecido ocurre en Suecia, donde un proyecto de corona digital bien elaborado por el Riksbank ha sido congelado por las discrepancias en el seno de la coalición de gobierno. Un caso notable es el proyecto de Nigeria, formalmente movido por objetivos de inclusión social en una sociedad poco bancarizada. Los constantes fallos de la infraestructura han hecho que el e-naira sea considerado un fracaso.
Técnicamente, el modelo de distribución está definido, pero los bancos quieren ser compensados