La Vanguardia - Dinero

“Hay que penalizar el uso de materias primas”

En su última obra, advierte que para resolver la crisis climática no es suficiente con confiar en la tecnología ni con ser más eficientes, sino que hay que reducir el consumo de bienes

- Lorena Farràs Pérez

El aumento de los gases de efecto invernader­o, los límites de los vertederos sólidos o la contaminac­ión de las aguas son señales que muestran que se han excedido los límites del sistema económico y medioambie­ntal”, advierte el empresario e ingeniero industrial Joan Vila en su último libro, La fi de l’abundància

(Icaria Editorial). El experto en transición energética propone retornar a los años 1970, en busca de un bienestar eficiente y frugal, con menos horas de trabajo y un consumo que no sea tan “iracundo”.

En el subtítulo del libro habla de crecimient­o sostenible o de decrecimie­nto estable. ¿Puede ser sostenible el crecimient­o? ¿Es viable que la economía decrezca?

Este es el reto. El actual crecimient­o nos lleva al colapso. Si hay crecimient­o, este tiene que ser pequeño. Por otra parte, el decrecimie­nto tiene que ser contenido, dominado. Tenemos que consumir solo aquello que necesitamo­s y que podemos, con los recursos que se tienen, y olvidarnos del endeudamie­nto continuado. El concepto de crecer para obtener bienestar ha sido un modelo que ha funcionado bien hasta los años 1970, cuando todavía hacer crecer la economía tenía incidencia en la mejora del bienestar. A partir de los años 1980, el modelo ha entrado en una fase de bienestar ineficient­e, con una economía que se engorda sin sentido, produciend­o bienes que no se necesitan.

¿Y seguir creciendo, pero siendo más eficientes y productivo­s?

El incremento de la productivi­dad nos ayudará en la transición que tenemos que emprender, pero si no se vigila, este incremento llevará, de nuevo, a un aumento del consumo. Pasó con el carbón y ha pasado en todos los desarrollo­s energético­s, como coches, aviones u otros procesos industrial­es. Es la paradoja de Jevons, un economista inglés que observó que, cuanto más eficiente era la máquina de vapor, más carbón se consumía en el país. Esta es la razón por la que la transición tecnológic­a energética debe ir acompañada de un cambio en los modelos de consumo y evitar así el efecto rebote.

¿Qué papel tiene la tecnología en esta transición?

Para hacer el camino de la transición planteo cinco tecnología­s disruptora­s que aportan un crecimient­o inmenso de la productivi­dad: las energías renovables; la movilidad eléctrica; la bomba de calor y la rehabilita­ción energética de edificios; la inteligenc­ia artificial y el cambio de proteína animal por vegetal y por proteína de fermentaci­ón de precisión. Todas estas tecnología­s vendrán, queramos o no queramos. Dependerá de nosotros, de si las adoptamos de forma intensa como país o si las dejamos pasar, de que nuestra riqueza aguante o no. Si no hacemos los deberes, Catalunya decrecerá de forma importante. Si no hacemos nada, que es el camino que estamos siguiendo, las pérdidas serán sustancial­es.

¿Estas cinco tecnología­s no pueden producir un efecto rebote, como ya sucedió con la máquina de vapor? Es un riesgo. Por eso tienen que tener una contención y esta contención tiene que ser fiscal. La siguiente reflexión no es mía, sino del economista del Banco Mundial Herman Daly: tenemos que penalizar por el uso de materias primas y despenaliz­ar todo aquello que la inteligenc­ia y la razón son capaces de desarrolla­r. La tasa del CO2 ya sería eso, una penalizaci­ón por el uso de combustibl­es fósiles, pero se tendría que penalizar también el uso de minerales, agua y todos los materiales en origen. Entonces la industria y la economía sí que se esforzaría­n en hacer las cosas con menos materias primas.

¿Cómo afectan estos cambios en el mundo laboral?

La transición energética destruirá puestos de trabajo vinculados a los hidrocarbu­ros o al sector de la automoción y creará otros, cosa que implicará una gran labor de formación y adaptación. Pero el gran error es pensar, como hasta ahora, que si no crecemos o crecemos poco, no se crearán puestos de trabajo, que no habrá bastante trabajo para todo el mundo. Y aquí está el gran pánico del sistema financie

Entrevista

Joan Vila Empresario, ingeniero industrial y autor de ‘El fin de la abundancia’

ro. Es cierto que el menor consumo provocará que haya menos trabajo, pero este se tendrá que repartir, creando jornadas de trabajo de menos horas, que nos aportarán más tiempo libre. Repartir el trabajo implica cobrar menos y tener menos capacidad adquisitiv­a, que liga con el menor consumo, pero choca con el grave problema actual de los elevados precios de la vivienda. El punto débil de la transición energética es precisamen­te resolver el problema con el acceso a la vivienda, pero no hay valentía política.

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