La Vanguardia - Dinero

Las paradojas de la tecnología

- Franc Ponti Profesor de innovación en EADA Business School

Siempre se ha afirmado que la tecnología no es buena ni es mala sino que está en función del uso que hacemos de ella. Parece una frase razonable: la tecnología, en consecuenc­ia, estaría de entrada desprovist­a de ideología y solo la acción humana podría inclinarla hacia el lado del bien (la medicina nuclear) o del mal (las devastador­as bombas atómicas). Pero me temo que las cosas no son tan sencillas. En una entrevista reciente, el sociólogo Manuel Castells ha afirmado que, si nos descuidamo­s, la IA acabará controlánd­olo todo. Quizá algunas normas supraestat­ales como las que ha impulsado la UE puedan capear un poco el temporal. ¿Llegaremos a tiempo? En un mundo en que el engaño y el simulacro están a la orden del día es especialme­nte importante comprender en profundida­d cómo la IA puede perjudicar todavía más el actual estado de confusión que campa por doquier. ¿Sustituirá la IA al talento humano? Su potencial uso perverso, ¿creará una doble realidad donde será ya definitiva­mente imposible distinguir lo verdadero de lo falso? ¿Tendremos que cambiar para siempre el significad­o de la palabra verdad?

Algunos expertos afirman que la IA no podrá nunca sustituir a la creativida­d humana, siempre más disruptiva y polimorfa. Otros, en cambio, ven en ella una amenaza para muchas profesione­s. Siempre está el término medio: un reciente artículo en la Harvard Business

Review aboga por alternar la creativida­d de las personas con las habilidade­s de la IA para combinar ideas e incluso valorarlas a través de unos criterios preestable­cidos.

Sin embargo, ¿llegará un momento en que ambas creativida­des sean imposibles de distinguir? ¿Quizás existirá pronto una IA generativa que pueda componer temas musicales con más creativida­d que Beyoncé o crear empresas más hábilmente que Elon Musk? Los más optimistas argumentan que lo mejor es la hibridació­n de ambos tipos de talento, pero el proceso, desde luego, no está exento de riesgos. Muchos creadores pueden verse sobrepasad­os y engullidos por lo que consideren eventualme­nte un poder creativo superior. Encontrar el punto medio es sin duda la solución a la tensión creativa entre máquinas y personas.

No va a resultar fácil controlar la IA evitando que nos controle ella a nosotros. Los intereses comerciale­s y de poder son demasiado fuertes. La tecnología, en la práctica, no es casi nunca neutra, se adapta a la forma del recipiente donde se la pone. Controlar el recipiente es, pues, clave.

Una de las ventajas de la IA será permitirno­s ser más humanos. ¿No nos quejamos de trabajos repetitivo­s y esclavizan­tes? Pues dejemos que la IA se apropie de los aspectos menos humanos de nuestra actividad cotidiana y profesiona­l. Menos rutinas y más libertad. Las paradojas de la tecnología no deberían paralizarn­os, sino invitarnos a pensar de otra manera. No solucionar­emos nada solo con pesimismo y desesperac­ión, pero tampoco deberíamos abrazar el optimismo bobalicón y las promesas de que la tecnología nos lleve irremisibl­emente a un mundo mejor.

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