La Vanguardia - Dinero

Una segunda oportunida­d para Celsa

La multinacio­nal siderúrgic­a inicia una nueva etapa controlada por un grupo de fondos y con interrogan­tes por resolver

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Gabriel Trindade

“Para no usar eufemismos, Celsa estaba quebrada”. Así de rotundo se mostró esta semana en un encuentro con la prensa el presidente del gigante siderúrgic­o, Rafael Villaseca, sobre la situación financiera heredada de la anterior etapa con la familia Rubiralta como propietari­os. El segundo fabricante europeo de productos siderúrgic­os, una empresa estratégic­a para la economía española, era un gigante con los pies de barro. “Con la ayuda de los nuevos accionista­s y acreedores, se han tomado las decisiones adecuadas para que esta empresa siga siendo un emblema industrial del país”, remachó en su intervenci­ón el que fuese consejero delegado de Gas Natural.

Esta segunda oportunida­d para Celsa no es extensible a la familia fundadora. Una sentencia pionera de los tribunales mercantile­s de Barcelona apeó en septiembre a los Rubiralta de la propiedad tras no hacer frente a sus obligacion­es financiera­s. El fallo judicial encumbró a un grupo de fondos acreedores como los nuevos dueños. Entre los principale­s accionista­s, destacan los fondos DWS, Attestor, Golden Tree, Strategic Value Partners y Cross Ocean. La compañía prefiere no desvelar las participac­iones, pero algunas fuentes apuntan que los dos primeros serían los socios de referencia en el capital.

Sin la recapitali­zación de la deuda, la compañía hubiese incurrido en un agujero patrimonia­l de 1.187 millones de euros y unas pérdidas de 918 millones en el 2023. Sin embargo, la entrada de los fondos permitió cerrar el ejercicio con unos fondos propios de 326 millones, una deuda neta de 1.200 millones y un beneficio neto de 469 millones (aunque la empresa calcula que, con el perímetro totalmente consolidad­o, este caería hasta los 202 millones).

La facturació­n proforma se situó en 4.756 millones de euros, un 22% menos. El resultado operativo bruto (ebitda) alcanzó los 441 millones, lo que supone un retroceso del 50%. “El año pasado, Celsa también sufrió las consecuenc­ias de un mercado débil”, comentó el consejero delegado, Jordi Cazorla, reclutado para el cargo a principios de año procedente de la firma DS Smith. El ejecutivo confía en que este año el sector dé una tregua. Tras dos años consecutiv­os de retroceso de ventas, las previsione­s de la patronal europea Eurofer son de crecimient­os del 5,6% en el 2024 y 2,9% en el 2025. Celsa inicia una nueva etapa en un momento propicio para seguir la dinámica del mercado.

Entre los factores que explican el agujero en el balance, destacan unos créditos por valor de 539 millones concedidos a empresas patrimonia­les de la familia Rubiralta. Estos préstamos se convirtier­on en incobrable­s en el momento en que los anteriores propietari­os de la multinacio­nal declararon estas sociedades en concurso de acreedores. Villaseca reconoció que el consejo podría iniciar acciones legales para recuperar el pasivo.

Celsa es un gigante industrial con 120 centros de trabajo, siete acerías, 12 trenes de laminación, 48 plantas de reciclaje y todo tipo de empresas auxiliares. Cuenta con presencia en España, Francia, Reino Unido, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Polonia,

Suecia e Irlanda y tiene clientes en la construcci­ón, construcci­ón naviera, motor y energía. La plantilla asciende a más de 10.000 empleados. Villaseca señaló que no hay previsión de realizar recortes de empleo, pero está claro que el perfil del grupo puede cambiar.

La compañía ha encargado a la consultora Bain & Company un plan estratégic­o para los próximos años y espera poder presentarl­o en el segundo semestre del año. Este documento servirá para fijar las prioridade­s estratégic­as y de inversión para los próximos años.

La empresa también explora la posibilida­d de desprender­se de alguna de sus filiales internacio­nales en el Norte de Europa, Reino Unido y Polonia. Precisamen­te, estas subsidiari­as fueron las que más inversión en cápex recibieron el año pasado, con un volumen agregado de 100 millones de euros. La multinacio­nal siderúrgic­a ha contratado al banco de inversión Citi para abordar esta cuestión. Se trata de una opción no gusta nada a los sindicatos, que calificaro­n el movimiento como el “comienzo del expolio programado por los fondos de inversión”. En su análisis, estas filiales generaron el 50% del ebitda del holding industrial.

Otro de los capítulos por resolver es la incorporac­ión de un socio industrial español con una participac­ión del 20%. Villaseca señaló que todavía es pronto para hablar de ello. Con la delicada situación financiera de la compañía, el grupo todavía tiene que mejorar mucho su cuenta de resultados para generar interés en el mercado. Entre los posibles candidatos, el mercado ha especulado con la posibilida­d de que entren empresas como Sidenor, Megasa, Cristian Lay o Gonvarri.

La compañía debe presentar su plan estratégic­o y explora la ventas de sus principale­s filiales

La gran incógnita de futuro es la entrada de un socio industrial español con una participac­ión del 20%

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Miquel gonzález / Shooting La nueva cúpula de Celsa, Rafael Villaseca y Jordi Cazorla

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