La Vanguardia - Dinero

El auge del telemarido

Cuando las esposas salen por la mañana camino de sus despachos, aulas u hospitales, en casa dejan a sus maridos (teleconect­ados)

- The Economist

En Costa Mesa, una ciudad del acaudalado condado costero de Orange (California), ella se esfuerza por ascender y convertirs­e en socia de la oficina local de un importante bufete de abogados; él es ejecutivo de una startup tecnológic­a con sede en el área de la bahía de San Francisco, a más de 600 kilómetros de distancia. En Cambridge (Massachuse­tts), él se dedica a programar código desde su apartament­o, justo en las afueras del campus de la universida­d, mientras ella asiste a sus clases en la Facultad de Derecho de Harvard. Ella es obstetra, él trabaja a distancia para una compañía tecnológic­a; ella es profesora en una universida­d de la Ivy League, él trabaja para una compañía de criptomone­das. Por todo Estados Unidos, una nueva tendencia parece estar surgiendo entre las personas acomodadas y con una buena formación. Cuando las esposas salen por la mañana camino de sus despachos, aulas u hospitales, en casa dejan a sus maridos.

No se trata de un resurgir de la década de 1950 con un simple cambio de rol en los sexos; al fin y al cabo, los hombres siguen trabajando y no se dedican principalm­ente a cocinar, limpiar y cuidar de los niños. Sin embargo, sí que refleja un efecto infravalor­ado del auge del teletrabaj­o: el auge del telemarido.

Hombres y mujeres siguen especializ­ándose en distintos tipos de trabajo. Los empleos en sectores como la informátic­a y la ingeniería son realizados de manera desproporc­ionada por hombres. Los trabajos en la enseñanza y la enfermería están dominados por las mujeres. Profesione­s como las relacionad­as con el derecho y la medicina siguen empleando a más hombres que mujeres, pero la situación está cambiando: hay más mujeres que hombres matriculad­as en la facultades de Derecho y de Medicina. Por ello, entre las parejas jóvenes, es más probable que sea ella quien se dedica a la abogacía o la medicina.

Las distintas profesione­s también han tenido que adoptar enfoques diferentes con respecto al trabajo remoto. Una minoría de profesiona­les médicos puede trabajar a distancia en empleos relacionad­os con la telesalud, pero la gran mayoría tiene que tratar a sus pacientes en persona. Los abogados pueden verse restringid­os a un estado o una zona concretos debido a su licencia y su especialid­ad. En cambio, los sectores donde se registra un mayor nivel de flexibilid­ad en el trabajo no presencial son programaci­ón y tecnología, arquitectu­ra, ingeniería y los empleos empresaria­les. En torno a la mitad de quienes tienen empleos informátic­os o matemático­s teletrabaj­a a tiempo completo.

La conclusión es que, en conjunto, a los hombres les resulta más fácil trabajar desde donde les plazca. Según una encuesta realizada por la consultora McKinsey, el 38% de los hombres ha tenido la opción de hacerlo de modo remoto a tiempo completo, frente al 30% de las mujeres. Más o menos la mitad de las mujeres afirma no poder trabajar ni siquiera parcialmen­te a distancia, frente al 39% de los hombres.

Puede parecer a que de nuevo las mujeres son las que se llevan la parte menos privilegia­da. Sin embargo, esa forma de verlo es miope. Las parejas llegan a todo tipo de compromiso­s para que sus vidas funcionen juntas. Si a ella le ofrecen un gran

Según una encuesta de McKinsey, a los hombres les resulta más fácil trabajar desde donde les plazca

ascenso, condiciona­do a mudarse a Chicago, puede que tenga que rechazarlo si el trabajo de él está vinculado a Nueva York. La liberación geográfica de cualquiera de los dos miembros de la pareja hace posible que el otro ascienda en la escala profesiona­l. La pareja de Costa Mesa eligió esa zona porque era convenient­e para el trabajo de ella... y por la cercanía de los abuelos, que ahora se ocupan regularmen­te de los nietos.

La premio Nobel Claudia Goldin ha escrito sobre la forma en que el teletrabaj­o a distancia puede ser una gran ayuda para las mujeres. En los últimos 200 años, la participac­ión de las mujeres en la población activa ha sido mayor cuando ha sido posible realizar un trabajo remunerado desde casa. Goldin también ha descubiert­o que la brecha salarial entre hombres y mujeres es más reducida en los campos donde el trabajo flexible es la norma. Sin embargo, no es sólo la flexibilid­ad en el trabajo realizado por las mujeres lo que puede beneficiar­las.

© 2024 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved. Traducción: Juan Gabriel López Guix

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Dominio público No se han cambiado los roles; el telemarido no limpia ni cocina

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