La Vanguardia - Dinero

“Los oligopolio­s frenan el desarrollo de los más pobres”

El Banco Mundial financia mediante el IFC el sector privado para ayudar a crecer a los países más pobres con más de 40.000 millones

- Entrevista Piergiorgi­o M. Sandri Vicepresid­ente del IFC / Grupo Banco Mundial

El Banco Mundial ayuda a los estados, pero también a las empresas, mediante el IFC (Internatio­nal Finance Corporatio­n), el brazo financiero de esta institució­n multilater­al con sede en Washington. Alfonso García Mora es su vicepresid­ente para Europa y América Latina. Estuvo en Barcelona esta semana en una conferenci­a que tuvo lugar en las oficinas de CaixaBank.

¿Por qué financiar a una compañía privada en lugar de a un Estado?

Porque hay países donde la relación público-privada no es la mejor. Y es muy importante crear mercados competitiv­os e iniciativa privada. Solo el año pasado invertimos 43.000 millones de dólares. Casi la mitad en África y América Latina. Nos apoyamos en mayoría en bancos locales, el resto, para empresas manufactur­eras o agrícolas.

¿Y cómo se asegura que este dinero sea efectivo?

Para que las firmas reciban fondos se establecen salvaguard­as medioambie­ntales, sociales y de gobernanza que cada proyecto que financie la IFC tiene que cumplir. Muchas de ellas no están preparadas. Les damos asistencia técnica para que sigan estos estándares.

¿Algún ejemplo?

Si Itaú, banco brasileño, necesita financiaci­ón, le decimos: “Oye, os damos 200 millones, pero quiero que utilices este dinero para financiar pymes lideradas por mujeres en el nordeste de Brasil, que es donde existe la mayor exclusión mundial, con unos problemas de género brutales”. Lo mismo en el caso de la emisión de un bono azul de un banco de Ecuador, para actividade­s productiva­s vinculadas al agua. En este caso, se prestó dinero a las empresas camaronera­s en su proceso de crecimient­o y para que sean alimentada­s con energía sostenible. O, otro ejemplo, hicimos una inversión de 127 millones de dólares en 992 autobuses eléctricos públicos, en Santiago de Chile, una de las ciudades más contaminad­as del mundo. La condición era que la electricid­ad fuera de energía renovable. Y además les pusimos la condición de tener más mujeres en el consejo de administra­ción de la empresa. Todas estas iniciativa­s acaban por atraer a empresas extranjera­s.

¿En qué sentido?

Pongamos que al Santander le interesa un proyecto que se está haciendo de energía renovable en Burkina Faso, pero no se atreve a entrar. Nosotros hacemos las due diligences,

comprobamo­s que se sigan las conseis: diciones mínimas, que no haya problema de integridad, indicios de corrupción, etcétera. Y una vez que lo tenemos definido y estructura­do le decimos al Santander: “¿Quieres invertir?”. Es parte de nuestra labor. No somos como un banco de inversión que viene, hace una inversión y se va, sino que hacemos financiaci­ón comercial. Trabajamos con CaixaBank, BBVA, Acciona o Iberdrola. Les ayudamos a entrar en mercados nuevos.

Pese a estos esfuerzos, por primera vez en este siglo la pobreza está aumentando en el mundo.

La covid supuso un punto de inflexión. En un país emergente donde el índice de escolariza­ción es bajísimo, en el momento en que tu hijo sale de la escuela y se pone a trabajar, ya no vuelve a formarse. Empresas que no tenían capacidad financiera para resistir y estar seis meses sin vender y que no tenían un Estado potente que les pudiera ayudar, pues tuvieron que cerrar y, por lo tanto, hubo más desemplead­os.

Y, sin embargo, estas economías tienen enormes activos: población joven, riqueza en minerales, potencial para producir renovables ....

Sabemos que el mundo más rico va a necesitar cada vez más al mundo en vías de desarrollo. No ya solo para producir bienes, sino también para que los consuma. Es decir, el consumo en los próximos años va a estar ahí, no va a estar aquí. Va a haber una demanda tremenda. Para ello se necesita credibilid­ad institucio­nal, regulatori­a y un marco normativo que genere estabilida­d.

Entiendo que estos aspectos técnicos no son competenci­a del Banco Mundial o del IFC.

Pero puedes incentivar­los. El Banco Mundial les da préstamos. Y les exige que tengan competenci­a, división de poderes, etcétera. Y nosotros, desde el IFC, desarrolla­ndo un sector privado que sea competitiv­o y que genere trabajo. Para que un país se desarrolle tienes que crear empleo, y esto lo hará un sector privado dinámico y competitiv­o, no el sector público. Esto acaba motivando a los ciudadanos a quedarse en sus países de origen.

Pero las inversione­s extranjera­s directas en el mundo están estancadas, y el proteccion­ismo aumenta.

Hay que activar programas concretos. Nosotros hemos identifica­do transición energética, seguridad alimentari­a, acceso al agua potable, digitaliza­ción, gestión sanitaria y biodiversi­dad. Hay 400 billones de dólares de activos en el mundo en manos de inversione­s institucio­nales. ¿Sabe cuánto se necesita para cumplir con los objetivos de sostenibil­idad de la ONU? Bastaría el 1% de esa cifra.

Hace veinte años China y Corea eran economías emergentes, hoy son potencias industrial­es. ¿Qué hemos aprendido de sus casos?

Uno, que se necesita una visión de largo plazo. Algo que falla por ejemplo en América Latina, que lleva tres décadas con una productivi­dad estancada y que no mira más allá del ciclo electoral. Se necesitan pactos de Estado para atraer capital. Y dos, necesitas acompañar a las empresas, que son muy pequeñas y no consiguen crecer.

¿Por qué no crecen? ¿Falta de dinero?

Porque tienes grandes oligopolio­s y se te cierra el mercado en determinad­os sectores. Unos pocos gobiernan el país, y las empresas, a menudo estatales, acaparan todo y no hay incentivos para que otros compitan. Con un solo operador no vas a generar empleos. Necesitas marcos de actuación iguales para todos, que al final hacen bajar los precios, y el consumidor es quien se beneficia.

El actual factor geopolític­o no ayuda.

Ya no es que haya una guerra fría, es que hay guerras reales. Ahora mismo puedes ir del oeste al este de África y te encontrará­s con un golpe de Estado o con guerrillas. Además, se está produciend­o una tensión entre productor y consumidor. Se ha deslocaliz­ado a países de bajo coste para que produzcan, pero mientras tanto las economías occidental­es no se han repensado o reestructu­rado. ¿Y cómo manejas esta tensión? ¿Con aranceles comerciale­s? Es un error.

¿Dando fondos a países que están muy endeudados no se corre el riesgo de empeorar la situación?

Cuando la mayoría de los acreedores eran públicos y estaban todos en el Club de París era más fácil. Se decía “vamos a hacerles una quita aquí, vamos a reestructu­rarlo, se busca una solución”. Pero ahora la deuda está totalmente fragmentad­a, con muchos acreedores que no son estados soberanos, sino diferentes empresas públicas, brazos financiero­s de institucio­nes, etcétera. Poner a todos de acuerdo, cuando tienes un concurso de acreedores, no es fácil. Estamos trabajando en un marco común en el G-20. Pero habrá países donde habrá que reestructu­rar la deuda.

¿Cómo convencer a estos países para que crezcan de forma sostenible?

Estamos diciendo a países como Honduras: “Usted no puede utilizar gasolina, tiene que utilizar energía renovable”. Pero ellos contestan: “Yo contamino el 0,07% de los gases de efecto invernader­o del mundo. No me diga que no puedo desarrolla­rme con gasolina cuando usted ha hecho la revolución industrial con carbón, la postindust­rial con gasolina y fósiles, y ahora me dice que yo solamente puedo usar energía eólica y energía solar”. La verdad es que tienen razón.

“Si quieres desarrolla­rte, necesitas crear empleos, y esto solo lo hará un sector privado competitiv­o”

“El potencial de estos países es enorme: en el futuro la demanda procederá de allí, no de aquí”

“Hay tensión comercial entre productore­s y consumidor­es, pero los aranceles son un error”

 ?? LliberT Teixidó ??
LliberT Teixidó

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain