Cleptopía
Matt Taibbi es un periodista cáustico y maleducado que escribe sobre política y economía en la revista americana Rolling Stone. Leer sus artículos es como añadirle una cucharada de laxante al café matinal. Es muy de izquierdas, y no desaprovecha ninguna oportunidad para denunciar la connivencia de los dos grandes partidos americanos. Esta misma semana ha publicado la lista de donantes de las campañas de Romney, Obama y Bush bajo el título: “Los mejores políticos que el dinero puede comprar.” Es un gran demagogo, pero con una característica fantástica: se documenta obsesivamente. Una vez tiene los datos en su lugar, y el relato incendiario a punto, trufa los textos con los insultos y las palabrotas más originales y divertidas de la prensa norteamericana.
En 2009 publicó un artículo sobre Goldman Sachs que le situó en el centro de la escena. La frase célebre: “El banco de inversión más poderoso del planeta es un inmenso calamar vampiro, adherido a la cara de la humanidad, que succiona despiadadamente cualquier cosa que huela a dinero.” Más allá de la retórica anti Wall Sreet, Taibbi encontró un filón en los sucesivos rescates del Gobierno a los bancos. Da igual que seas conservador, liberal o progresista, la pornográfica cantidad de dinero público que se ha destinado a sanear entidades financieras corruptas que sabían que arriesgaban demasiado con la compra-venta de activos llenos de mierda tóxica (y que mintieron a sus clientes para encasquetárselos, mientras apostaban en su contra) no hay manera de justificarla. Ni siquiera desde el pragmatismo: ¿dónde es-
Taibbi, periodista cáustico y maleducado, halló un filón en los sucesivos rescates del Gobierno a los bancos
tá el crédito que tenía que fluir? El intervencionismo estatal y el corporativismo financiero yendo juntos a los prostíbulos de lujo de los paraísos fiscales. Taibbi ha reconstruido la infame historia de estos rescates; ha denunciado las regulaciones existentes que propician las burbujas y sus estallidos, y las corruptelas de los políticos americanos cuando negocian con lobbies económicos, industriales y sindicales –la mala leche contra la reforma sanitaria de Obama es de matrícula–.
Todo esto se convirtió en un libro en 2010 titulado Griftopia, que mi amigo Pablo Bustinduy acaba de traducir al español como Cleptopía. La tesis es que el sistema político y económico norteamericano blinda la estafa permanente de las élites bien conectadas. La retórica de lucha de clases y la narrativa de fondo me parecen un error, pero todos tenemos ideología, y la suya tiene la virtud de no ser ambigua y de dejarte pensar por ti mismo, sin manipulaciones, a través de una prosa poderosa y de un tsunami de datos e investigaciones de altísima utilidad. La traducción es ya un éxito de ventas –primera edición agotada en pocos días– y excita el espacio político desconcertado, deprimido y con ganas de brega que orbita alrededor del 15-M. En la denuncia de la corrupción tanto Taibbi como el 15-M encuentran su pulso, en la narrativa ideológica, para mí, su vacío.