Mario Vargas Llosa rechaza la presidencia del Cervantes
El autor se disculpa por carta a Rajoy y se ofrece a colaborar
El escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa ha remitido al presidente español, Mariano Rajoy, una misiva en la que declina presidir el Instituto Cervantes y reitera –como ya señaló a José María Aznar ante similar oferta en 1996– que prefiere consagrarse a su actividad literaria, y que esta dedicación le impide compatibilizarlo con el cargo que el Gobierno español estaba dispuesto a crear para él, una presidencia del Cervantes hoy inexistente.
La captación de Vargas Llosa ha fracasado de nuevo, esta vez con el elemento añadido de la prematura filtración de la gestión –según fuentes del ejecutivo procedente del ministerio de Asuntos Exteriores, dirigido por José Manuel García Margallo, del que depende orgánicamente el Instituto Cervantes– a pesar de que la candidatura del premio Nobel había sido iniciativa del mi- nisterio de Eduación y Cultura, como confirmó el ministro, José Ignacio Wert, el mismo miércoles, asumida después por el presidente Rajoy. En buena medida, la mediación del rey Juan Carlos en la operación, que pretendía vencer la resistencia anterior de Vargas Llosa a aceptar la encomienda, se echó a perder al trascender la oferta antes de que el novelista de Arequipa hubiera decidido. Desde el primer momento, en el entorno inmediato del escritor consideraron que esta oferta era incompatible con su actividad literaria y que su papel como embajador del español lo desempeña, máxime desde la obtención del Nobel, sin necesidad de ponerse al frente de nuestra principal institución de divulgación exterior.
La consecuencia de la negativa de Vargas Llosa a la presidencia del Cervantes, habiéndose hecha pública, es la dificultad para intentar captar a otra celebridad literaria que dé similar proyección internacional al instituto. Quizá por eso, el nombre que suena ahora para reemplazar a Carmen Caffarel al frente del Cervantes es de perfil más político: el filólogo y diputado del PP Rafael Rodríguez Ponga. Una operación, en todo caso, que pone de nuevo de relieve las dificultades de la gestión de una institución adscrita a un ministerio pero cuya actividad está vinculada a otro.