La vida de Bob Marley
La Berlinale aplaude el documental Marley, dirigido por Kevin Macdonald ( El último rey de Escocia), en el que se pasa revista a las contradicciones entre una espiritualidad deseada y una carnalidad desatada que caracterizaron la vida de Bob Marley.
Nadie encarna mejor que Bob Marley, del que ayer se presentó un documental fuera de concurso en la Berlinale, las contradicciones entre una espiritualidad deseada, la de los rastafaris de su infancia, y una carnalidad desatada, de la que son prueba sus once hijos con siete mujeres distintas.
Marley, dirigido por Kevin Macdonald ( El último rey de Escocía), sigue la no tan conocida vida del propagador el reggae, su más llorado profeta. “Hay iconos de la música, como Jagger, Lennon o Michael Jackson, de los que lo sabemos todo. Su carrera ha sido parte de nosotros desde que empezaron. Pero Marley nació y creció en Jamaica y eso limita la información disponible sobre él”, explica Macdonald. De hecho, como recuerda el documental, no hay ni una sola imagen de Marley hasta que ya llevaba más de once años de carrera musical; sólo existe una foto de su padre (blanco), a caballo, y unas pocas fotografías familiares. El documental, que ini- cialmente iba a dirigir Scorsese y luego Jonathan Demme, que también abandonó, resulta una exhaustiva investigación sobre la infancia y la juventud del mito musical, y también un mirada a su papel en la vida política de Jamaica, más importante de lo que parece. Esos son los fuertes de una propuesta que, por la parte musical, se queda en lo superficial. “El desafío era conseguir que la gente hablara”, dijo el director, quien logra que hablen amigos de infancia, alguna de sus mujeres y miembros de Wailers. Por ahí, el documental es iluminador.
Pero si hablamos de espiritualidad y carnalidad frente a frente, hay que hablar de Meteora, en la sección competitiva del certamen, dirigida por Spiros Stathoulopoulos y desde ayer seria candidata a premio. Transcurre en el incomparable marco de los monasterios colgantes de Meteora, “una alegoría del alma huma- na, suspendida perpetuamente entre la parte espiritual y la secular de su existencia”, comentó el director. Meteora sigue a dos de sus moradores, un monje griego, de vida ascética, y una monja rusa, que habita en el monasterio opuesto, el femenino, al que sólo se puede acceder mediante una cesta suspendida en el aire. La lucha de ambos con sus deseos, y su mutua atracción la afronta el director con un sosegado tono poético.
También contará en el palmarés el filme alemán Bárbara, de Christian Petzold, una meditación triste sobre la vida en el Este pocos años antes de la caída del muro que protagoniza Nina Hoss. Y Captive, del filipino Brillante Mendoza, uno de los más esperados en el certamen alemán, que resultó un filme de guerra, con combates en la selva, y una larga huida de la guerrilla islámica con un grupo de cautivos entre los que está la francesa Isabelle Huppert.