La Vanguardia

Aviso para adúlteros

- Màrius Serra

Siempre oí que uno de los servicios del mítico meublé barcelonés La Casita Blanca era la informació­n deportiva. Las tardes de domingo se llenaba de presuntos aficionado­s que abandonaba­n el hogar conyugal diciendo que iban al campo pero que aprovechab­an el tiempo para campar a sus anchas. Y quien dice campar dice copular, joder, fornicar, coger, yacer, montar, acostarse o follar, según la variante dialectal que gastasen. Sabían que tenían dos horas para explayarse. De cinco a siete, el tiempo justo del partido, con prórroga y penaltis. Antes de las siete, los angelicale­s empleados del meublé ya tenían a disposició­n de la clientela una ficha técnica con las incidencia­s del partido: resultado, goles, goleadores, tal vez una leve pincelada del juego... Con esta informació­n básica los adúlteros dominicale­s podían responder un cómo-ha-ido compromete­dor y volver a casa cargados de razones para justificar el estado de ánimo que les tocaba mostrar. Siempre me fascinó imaginar la lucha interior que libraría alguno de esos caballeros tras dos horas de sexo glorioso si su equipo perdía estrepitos­amente y le convenía mostrar una gran decepción. O viceversa. A pesar de la blancura nominal del afamado meublé, los usuarios activos del servicio de informació­n deportiva de La Casita Blanca eran culés y pericos. Por separado. Barça y Espanyol jugaban en casa en domingos alternos, de modo que los únicos días que coincidían las dos aficiones eran los días del derbi. Dos domingos por temporada. Claro que tampoco era necesario ser tan precisos como ahora, que incluso seguimos las ruedas de prensa de los entrenador­es. Las fichas técnicas del fútbol- meublé eran más esquemátic­as que los análisis técnicos de Joan Golobart, Ricard Torquemada, Ramon Besa o Jordi Costa. Eso sí, tenían una función más clara y una utilidad social innegable.

Ese rudimentar­io servicio de informació­n ha quedado obsoleto. Todavía quedan meublés pero los partidos ya nunca sabes a qué hora se juegan, y en la era de Twitter siempre puedes conocer las incidencia­s de cualquier partido al que afirmes haber asistido. Podríamos argüir, pues, que la tecnología facilita el adulterio. Y sí, los cuernos se han digitaliza­do. Todos conocemos casos de seres doctorados en las mil y una argucias del engaño conyugal por chat, por whatsapp o por red social. Pero las posibilida­des tecnológic­as no sólo abren vías de transgresi­ón. También ofrecen nuevas herramient­as de rastreo a los Otelos contemporá­neos. Tras la semifinal de Copa del Rey entre el Barça y el Madrid, un compañero de promoción (81) de los Salesianos de Horta nos envió un enlace muy inquietant­e. El medio digital lainformac­ion.com colgó una foto de todo el Camp Nou hecha en el minuto 3 de la primera parte, con el estadio lleno. La panorámica (de Adriano Morán) es circular, como las de Google View, y las herramient­as informátic­as (de Alejandro Navarro) permiten encuadrar cualquier rincón de la grada acercándot­e lo suficiente para distinguir las caras del público, con un golpe de zoom que hubiera hecho llegar al orgasmo en tres nanosegund­os a Valerio Lazarov. Muchos de mis compañeros de promoción jugaron a localizars­e. Con éxito. Uno que no sale en la foto puso como excusa que llegó cinco minutos tarde al partido. Ay. Yo he hallado el rostro atento de mi sobrino Màrius, a quien dejé el carnet esa noche para que ocupase mi asiento mientras yo veía el partido en el Foment Hortenc. ¡Pobre de él que no hubiese ido! Los aficionado­s al fútbol- meublé deberán de empezar a buscar otra excusa.

Una foto panorámica del Camp Nou demuestra que las nuevas tecnología­s no facilitan el adulterio

Mariusserr­a@verbalia.com

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