Ite missa est
En Córdoba, vi una imagen paradójica: en unas escaleras exteriores de la mezquita catedral –mientras en el interior se decía misa–, un grupo de hombres de aspecto humilde mataba el tiempo charlando al sol de la tarde. Sus ropas denotaban el origen árabe y los supuse musulmanes.
En Edimburgo, en la Royal Mile, hay tres iglesias imponentes. La sita más cerca del castillo ya no está dedicada a los servicios religiosos; ahora es la sede del festival de teatro (la guía turística lo justifica diciendo que no hay suficientes creyentes para tantas iglesias). En Barcelona, el Macba utiliza la antigua capilla de los Àngels como espacio de exposiciones y, muy cerca de allí, en otra antigua iglesia, está la librería La Central del Raval, en la calle Elisabets.
El auditorio donde se entregaron los premios Laureus el lunes pasado en Londres es una antigua iglesia metodista. Para seguir remachando la metáfora, dicen los comentaristas que estos premios son los Oscar del deporte y, a partir de esta comparación, la crónica que publicó La Vanguardia explicaba que el premio que recibió el Barça como mejor equipo equivalía al Oscar a la mejor película, el premio más importante.
Esta semana, con el Jueves Lardero arranca el carnaval. Una pregunta al consultorio bilingüe de la web pedía si las formas catalanas carnaval y carnestoltes eran correctas las dos. El diccionario Alcover-moll aclara que la forma carnaval ha llegado del castellano y convive con la más veterana carnestoltes (equivalente al castellano carnestolendas). Las dos for- mas quieren decir lo mismo: prohibida la carne. El carnaval baila y unos años se celebra a principios de febrero, otros a mediados y aún otros al final. Para saber la fecha que le corresponde, hay que contar cuarenta días hasta la primera luna llena de primavera, que es la que marca la Pascua.
Todo eso pasa en febrero, uno de los dos meses que se añadieron al primer calendario romano de diez meses: enero, dedicado a la deidad Jano, y febrero, en recuerdo de februalia, fiestas de purificación de los sabinos, antiguo pueblo que habitaba en el centro de la península Itálica.
Hoy nadie se acuerda de los sabinos ni de Jano. Asimismo, cada vez hay menos personas que relacionen el carnaval con la abstinencia de comer carne que marca la cuaresma. Y dentro de nada la desacralización de edificios religiosos será el pan nuestro de cada día. Recuerden esta palabra: desacralización. Pasará a la historia y se estudiará igual que se estudia la desamortización de los siglos XVIII y XIX.
Los premios Laureus se entregaron en una antigua iglesia metodista de Londres
mcamps@lavanguardia.es