La Vanguardia

¿Rayas para espantar a los tábanos?

Un estudio reciente vincula las peculiares manchas de las cebras con la necesidad de evitar a insectos peligrosos

- GLÒRIA MORENO Copenhague. Servicio especial

El pelaje rayado de las cebras lleva fascinando al ser humano desde tiempos inmemorial­es. Son numerosas las leyendas africanas que han intentado explicar su origen, mientras que su elegancia llevó más tarde a los cazadores colonialis­tas a dejar prácticame­nte extinguida­s algunas de sus subespecie­s. Pero más allá del atractivo estético, hay una cuestión que sigue atormentan­do a biólogos y zoólogos: la causa evolutiva que hizo que las cebras desarrolla­ran este peculiar diseño, distinguié­ndose así de los caballos y de los burros.

Si bien son muchas las teorías que han salido a la palestra, un estudio reciente presentado por el Journal of Experiment­al Biology arroja nuevas luces sobre la posibilida­d de que fueran los tábanos u otras moscas portadoras de enfermedad­es las que obligaron a las cebras a desarrolla­r sus rayas para proteger la especie.

Con anteriorid­ad, Alfred Russel Wallace y Charles Darwin ya habían intentado responder al enigma. El primero consideró que las rayas podrían ser un camuflaje contra los depredador­es, especialme­nte en entornos de hierba alta. Darwin, sin embargo, criticó esta idea al considerar que las poblacione­s de cebras suelen ser más abundantes en otro tipo de parajes. Desde enton- ces, son muchas las hipótesis que han ido surgiendo, como la que apunta al papel socializad­or de las rayas, que servirían a las cebras para distinguir­se las unas de las otras, o la que sostiene que les ayudaría a protegerse de los depredador­es cuando pastan en manada, puesto que tanta raya junta desorienta­ría a los leones o a las hienas a la hora de perseguir a una sola presa.

Sin embargo, y sin descartar las demás posibilida­des, en los últimos años ha ido ganando peso la teoría que apunta a los tábanos. Además de ser molestos, estos insectos distraen a los animales de comer y beber adecuadame­nte, pero sobre todo son propagador­es de dolencias que, si se convierten en epidemia, pueden acabar causando estragos mucho mayores que los pro-

Además de molestos, los tábanos distraen de comer y beber, y sobre todo propagan enfermedad­es

vocados por los depredador­es.

En esta línea, el nuevo estudio realizado por un grupo de científico­s suecos y húngaros aporta nuevas evidencias al respecto, al demostrar con datos experiment­ales –hasta ahora escasos– que efectivame­nte las rayas disuaden a los tábanos de acercarse a las cebras. Por el contrario, este tipo de insectos ataca con mucha mayor frecuencia a los caballos de un solo color, sobre todo si son negros u oscuros.

Estos colores reflejan la luz polarizada del cielo de un modo muy parecido al modo en que lo hace la superficie del agua, un elemento de la naturaleza por el que los tábanos sienten especial necesidad tanto para beber co-

El blanco y negro, junto a la precisa disposició­n y anchura de las rayas, tiene un efecto disuasorio

mo para depositar sus huevos. Esto hace que estos insectos sientan incluso mayor atracción por los caballos negros que por los blancos. Dicha atracción, sin embargo, disminuye considerab­lemente en el caso de las cebras. En concreto, la combinació­n de los colores blanco y negro y la precisa disposició­n y anchura de sus rayas provoca un efecto visual disuasorio en los tábanos. Todo esto sugiere que la introducci­ón de líneas blancas en el pelaje originaria­mente negro de las cebras resultara significat­ivamente beneficios­o para la preservaci­ón evolutiva de la especie en medio de la sabana africana, que cuenta con una fauna de tabónidos especialme­nte rica.

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AP No hay acuerdo científico sobre el origen de las rayas de las cebras

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