¿Rayas para espantar a los tábanos?
Un estudio reciente vincula las peculiares manchas de las cebras con la necesidad de evitar a insectos peligrosos
El pelaje rayado de las cebras lleva fascinando al ser humano desde tiempos inmemoriales. Son numerosas las leyendas africanas que han intentado explicar su origen, mientras que su elegancia llevó más tarde a los cazadores colonialistas a dejar prácticamente extinguidas algunas de sus subespecies. Pero más allá del atractivo estético, hay una cuestión que sigue atormentando a biólogos y zoólogos: la causa evolutiva que hizo que las cebras desarrollaran este peculiar diseño, distinguiéndose así de los caballos y de los burros.
Si bien son muchas las teorías que han salido a la palestra, un estudio reciente presentado por el Journal of Experimental Biology arroja nuevas luces sobre la posibilidad de que fueran los tábanos u otras moscas portadoras de enfermedades las que obligaron a las cebras a desarrollar sus rayas para proteger la especie.
Con anterioridad, Alfred Russel Wallace y Charles Darwin ya habían intentado responder al enigma. El primero consideró que las rayas podrían ser un camuflaje contra los depredadores, especialmente en entornos de hierba alta. Darwin, sin embargo, criticó esta idea al considerar que las poblaciones de cebras suelen ser más abundantes en otro tipo de parajes. Desde enton- ces, son muchas las hipótesis que han ido surgiendo, como la que apunta al papel socializador de las rayas, que servirían a las cebras para distinguirse las unas de las otras, o la que sostiene que les ayudaría a protegerse de los depredadores cuando pastan en manada, puesto que tanta raya junta desorientaría a los leones o a las hienas a la hora de perseguir a una sola presa.
Sin embargo, y sin descartar las demás posibilidades, en los últimos años ha ido ganando peso la teoría que apunta a los tábanos. Además de ser molestos, estos insectos distraen a los animales de comer y beber adecuadamente, pero sobre todo son propagadores de dolencias que, si se convierten en epidemia, pueden acabar causando estragos mucho mayores que los pro-
Además de molestos, los tábanos distraen de comer y beber, y sobre todo propagan enfermedades
vocados por los depredadores.
En esta línea, el nuevo estudio realizado por un grupo de científicos suecos y húngaros aporta nuevas evidencias al respecto, al demostrar con datos experimentales –hasta ahora escasos– que efectivamente las rayas disuaden a los tábanos de acercarse a las cebras. Por el contrario, este tipo de insectos ataca con mucha mayor frecuencia a los caballos de un solo color, sobre todo si son negros u oscuros.
Estos colores reflejan la luz polarizada del cielo de un modo muy parecido al modo en que lo hace la superficie del agua, un elemento de la naturaleza por el que los tábanos sienten especial necesidad tanto para beber co-
El blanco y negro, junto a la precisa disposición y anchura de las rayas, tiene un efecto disuasorio
mo para depositar sus huevos. Esto hace que estos insectos sientan incluso mayor atracción por los caballos negros que por los blancos. Dicha atracción, sin embargo, disminuye considerablemente en el caso de las cebras. En concreto, la combinación de los colores blanco y negro y la precisa disposición y anchura de sus rayas provoca un efecto visual disuasorio en los tábanos. Todo esto sugiere que la introducción de líneas blancas en el pelaje originariamente negro de las cebras resultara significativamente beneficioso para la preservación evolutiva de la especie en medio de la sabana africana, que cuenta con una fauna de tabónidos especialmente rica.