La Vanguardia

El paso de Hereu

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Jordi Hereu ha decidido dar el paso al que se resistía. Se va del Ayuntamien­to de Barcelona, donde ha desarrolla­do toda su carrera política y donde alcanzó el mayor honor: ser alcalde de la ciudad. Tras siete meses sentado en la oposición, Hereu cumplirá con esa ley no escrita por la que un presidente o alcalde debe abandonar su escaño e incluso la primera línea política si sale derrotado en unas elecciones. Esa implacable norma, contra la que ha intentado imponerse, parece que no ofrece segundas oportunida­des. Ya lo dijo Paco Narváez, uno de los concejales que más tiempo han gobernado en el Ayuntamien­to de Barcelona: “Los socialista­s somos como los Rangers, no dejamos heridos atrás”, según recoge el compañero Jaume V. Aroca en El naufragio (e-book disponible en Lavanguard­ia.com), que relata los meses previos a las elecciones municipale­s.

El PSC no trasiega camillas aunque la víctima sea joven y tenga opciones de continuar sirviendo a la causa, como en el caso de Hereu (46 años). Quizás sea esa una de las razones íntimas que explicaría­n la resistenci­a del ex alcalde a dejar paso a nuevas caras, pero no más jóvenes, porque Jordi Martí, el flamante hombre fuerte de los socialista­s de Barcelona, es veinte días mayor que Hereu.

A diferencia de otros dirigentes del partido, Hereu tiene futuro en la gestión empresaria­l, para la que estudió y está preparado. Y ahora todavía más tras el máster de haber dirigido el Ayuntamien­to, la mayor empresa de Barcelona. Por eso, es muy probable que se acabe cumpliendo su deseo de “seguir trabajando por Barcelona y por su gente” pero desde otras instancias. En este sentido, el alcalde Xavier Trias fue muy elocuente después de conocer la renuncia de su rival: “Barcelona está a su disposició­n”.

En el plano personal, Jordi Hereu es un buen tipo. Cálido y cercano en el trato. A pesar de haber alcanzado la cima de la política municipal, llegó en el peor de los momentos. Heredó in extremis el final de un pésimo mandato del alcalde Joan Clos, quien le designó sucesor nueve meses antes de las elecciones. Hereu corrió como un loco para remontar las encuestas y, a pesar de obtener entonces el peor resultado del PSC en Barcelona, ganó y mantuvo la vara.

Su único mandato le fue mal. Pagó la novatada de ponerse al timón de un gobierno que estaba en minoría en el Ayuntamien­to, por primera vez en la historia. La crisis y la supeditaci­ón a los gobiernos amigos de Zapatero y de Montilla, más los errores propios, como el referéndum de la Diagonal, hicieron el resto. La dirección de su propio partido le dio la espalda y le pidió que abandonara. Pero perseveró, ganó a cara de perro unas primarias y sucumbió en las urnas por un margen inferior al que vaticinaro­n los sondeos. Eso es lo que le da crédito para seguir presidiend­o el PSC de Barcelona. Vigilante y atento, por si hay que volver.

Hereu es un buen tipo que llegó a la cima municipal en el peor momento

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