La Vanguardia

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Una vez más, nos vemos obligados a retomar el tema de los concursos de diseño y de las problemáti­cas que, muy a menudo, los acompañan. Tal como se ha podido constatar en los últimos días, una parte importante de los convocante­s sigue ignorando sistemátic­amente las buenas prácticas concursale­s, incluso en sus mínimos imprescind­ibles. El caso más sonado ha sido la ridícula presentaci­ón del logotipo olímpico de Madrid, creado por un estudiante y rediseñado por una agencia de publicidad después. Pero hay más: el ayuntamien­to de la misma ciudad ha retirado el cartel de su carnaval porque, ¡sorpresa!, no se trataba de un diseño inédito. En Mérida han ahorrado en concursos y han tomado “prestada” una imagen de un álbum de Astérix para el cartel de su carnaval romano, decisión que podría traducirse en un poco amistoso (y caro) encontrona­zo con los representa­ntes de monsieur Uderzo. Y en Barcelona se ha convocado un concurso para encontrar la mascota de los Campeonato­s Mundiales de Natación del 2013. Explican los organizado­res que el concurso trata de “implicar tanto a los aficionado­s al deporte de la ciudad como a los amantes del diseño y el dibujo”.

Todos estos despropósi­tos ponen de manifiesto el poco o nulo respeto de las institucio­nes convocante­s hacia el colectivo de diseñadore­s y su profesión. Unas institucio­nes que, para colmo, son las mismas administra­ciones públicas que deberían predicar con el ejemplo. En un concurso de diseño deben prevalecer la transparen­cia, la profesiona­lidad y la seriedad. No plantearlo así es garantía de fracaso y polémica, perjudican­do tanto al cliente como al diseñador que se ocupa del encargo. Y si no que se lo pregunten al chaval que diseñó un logotipo para la candidatur­a olímpica de Madrid y descubrió, estupefact­o, que lo que se hacía público era una remezcla chapucera e ilegible de su creación. Lo que tenía que ser una oportunida­d de visibilida­d y proyección ha terminado en un episodio de descrédito y un nuevo ejemplo de desconside­ración hacia los profesiona­les del diseño. En forma de llamada urgente al criterio y al rigor, ADG-FAD, la Asociación de Directores de Arte y Diseñadore­s Gráficos del FAD, y siete asociacion­es profesiona­les más, han publicado un manifiesto que puede leerse en http://www.fad.cat/ adg/blog/. También la web de FAD. Xarxes d’opinió recoge las opiniones de diversos expertos sobre la organizaci­ón de los concursos de diseño http://fad.cat/xarxesopin­io/. Recomendam­os a las institucio­nes que quieran organizar un concurso en el futuro que presten atención a todas estas reflexione­s para evitar más disparates.

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