Lo verde empieza en los perineos
Qué deberes te ha puesto hoy la maestra, cari?”. “Me ha dicho que vaya practicando con lo de la eyaculación precoz, que me quite los calcetines cuando haga el misionero y que repase la lección sobre los tipos de vulvas, que la próxima semana tenemos examen oral. ¿Y a ti, qué te ha dicho?”. “Que espabile con lo de tu perineo, que repita la redacción sobre mis fantasías sexuales en una cárcel turca y que me ponga ya con lo de las bolas chinas, que voy bastante más retrasada que las otras chicas de mi clase”. “Menudo estrés. Qué ganas tengo de que llegue la semana verde…”. “Y yo, mi amor, y yo”.
Aunque inventado de principio a fin, este diálogo no desentonaría demasiado en Sex academy, el nuevo programa con el que Cuatro pretende ponernos al día en lo que a vida conyugal sana y con derecho a roce se refiere. Picarón y surrealista a partes igualmente pudendas, el inofensivo espacio que presenta esa sexóloga con apellido propenso a los chistes malos que es Marian Frías, tiene mucho de esperpento posdesarrollista, cuando no de landismo de nuevo cuño. Y no por el lúbrico tema que toca, sino por el estrafalario papelón que se ven obligados a jugar sus verdaderos protagonistas, un puñado de desinhibidas parejas al borde de la disfunción telerrealiteril. Que si hazte una copia de tu pene en escayola, que si ponte pajarita para poner a tono a la parienta, que si sácale una foto de carnet a tu vagina, que si grábate en vídeo mientras ensayas nuevas posturitas en la intimidad de tu dormitorio con tu maromo… Cualquier excusa es buena para pegarle un buen revolcón a la poca vergüenza ajena que les pueda quedar a los pobres en la recámara.
Porque si a algo se parece esta descafeinada Sex academy, es a aquella setentera birria fílmica de la época del destape titulada Sex o no sex, sonrojante cinta rodada en Torremolinos y dirigida muy a su pesar por Julio Diamante, en la que José Sacristán daba triste vidilla, junto a la mismísima Carmen Sevilla, a Paco, un españolito medio tan sociológicamente deprimido como sexualmente reprimido, que descubría los misterios del erotismo marital a golpe de experimentación sátiro-cañí. Una de dos: o aquel bodrio pseudoaperturista lleno de butaneros con pinta de maniacos sexuales y castidades puestas a prueba se adelantó a su tiempo, o este gatillazo telerrealitero de Cuatro tiene de moderno y transgresor lo que yo de aficionado a los toros.