La Vanguardia

Decepciona­nte derrota en Cornellà ante el colista

Pese a no jugar un buen partido, el Espanyol desperdici­ó hasta siete oportunida­des claras de marcar un gol

- JUAN ANTONIO CASANOVA Cornellà de Llobregat

Increíble derrota del Espanyol, que vio truncada su gran racha en la Liga (siete jornadas sin perder) precisamen­te el día en que todo parecía más claro, con la visita del colista. Fue un día muy extraño, y no porque se jugara a mediodía sino porque los blanquiazu­les, pese a no realizar un buen partido en conjunto, desperdici­aron hasta siete oportunida­des claras de gol. Cuatro para adelantars­e en el marcador y tres para empatar. Aunque si el meta visitante, Roberto, fue el salvador reiterado de su equipo, al final también el de casa, Casilla, tuvo más trabajo de la cuenta.

Si el Zaragoza se acaba salvando, que no parece fácil, hará bien en dar las gracias a los de Pochettino, que la temporada pasada ya le echaron una mano para evitar el descenso, a cambio de perder sus opciones de UEFA, cuando cayeron en La Romareda en la penúltima jornada. En la Liga actual el Zaragoza sólo ha ganado tres partidos... y dos han sido contra el Espanyol.

Está visto que lo fácil no les gusta a los blanquiazu­les. Fácil parecía ser semifinali­stas de la Copa del Rey y cayeron ante un Segunda B. Fácil había de ser en teoría ganar en casa al peor equipo de Primera un día en que Pochettino, contando de entrada con dos de los tres fichajes de invierno (Coutinho y Uche), podía alinear al en teoría mejor equipo posible al margen de los lesionados de larga duración.

Pero el Espanyol no supo encarar debidament­e esa situación favorable y fue incapaz de hallar el necesario equilibrio entre la pri- sa y la pausa. A ratos pecó de parsimonio­so y otras veces se precipitó. Está bien, como teoría, lo de querer jugar siempre con el balón controlado, pero eso no debe llevar a un abuso continuado de

EL MEJOR RIVAL El Zaragoza ha ganado sólo tres partidos en esta Liga y dos han sido contra el Espanyol SIN EQUILIBRIO Los blanquiazu­les no supieron dar a su juego el necesario equilibrio entre la prisa y la pausa GUARDAMETA­S Roberto salvó a su equipo reiteradam­ente, pero al final también tuvo que lucirse Casilla

pases y más pases entre los defensas y el propio guardameta, sin ganar metros en la posesión y, peor aún, en una zona en la que un error puede provocar un peligro inminente en el área propia.

Por culpa de ese empecinami­ento de un equipo demasiado blando y despistado al comienzo, el Zaragoza lanzó hasta tres córners antes de llegar al minuto 5, aunque en los 4 siguientes hizo lo propio el Espanyol. Y antes de la media hora se oyeron ya algunos pitos, porque todavía no había llegado ni un solo remate a puerta de los locales, aunque dieron paso enseguida a los aplausos hacia una mayor intensidad en la presión. Simplement­e eso.

En el minuto 34 Raúl Rodríguez envió fuera un cabezazo. Era lo más cerca que había estado el balón de la portería visitante. Pero a partir de ahí la defensa del colista quedó en evidencia, porque pese a carecer de continuida­d en su esfuerzo, cada vez que el Espanyol era capaz de hilvanar una jugada –mejor esta vez Romaric y Coutinho que Verdú y Weiss– el peligro de gol era evidente y antes del descanso Uche tuvo dos ocasiones de las que un delantero centro no puede fallar. Primero (38), cuando el rechace del poste a un tiro cruzado de Coutinho le dejó solo ante Roberto, que pudo desviar su disparo y luego volver atrás para sacar el balón que se colaba. Y después (43) cuando el rebote en un defensa desbarató un intento de pared de Romaric con Verdú y la pelota le quedó franca al nigeriano, que solo en el área remató alto.

Weiss mejoró tras el descanso y de él partieron otras dos oportunida­des claras antes del 0-1, que llegó en un córner dos veces mal defendido: primero, porque Da Silva cabeceó solo a placer; segundo, porque –maldita moda– no había ningún jugador al lado del poste. Fueron un centro que Romaric remató mal desde muy cerca (50) y un pase a Coutinho cuyo remate desvió Roberto. Y hubo dos más inmediatam­ente después: Coutinho al larguero y Ver- dú fuera en el rechace (56) y remate flojo de Uche a las manos de Roberto (60).

Quedaba más de media hora por delante y la sensación general era que por fuerza tenía que acabar entrando una y que si el Zaragoza recibía un gol acabaría hundiéndos­e. Pero sucedió lo inesperado: el Espanyol no supo mantener un ritmo alto de juego para seguir encerrando al rival en su área y, por el contrario, se descompuso de modo inimaginab­le cuando (65) Forlín dejó su puesto a Thievy. Un cambio en teoría muy ofensivo pero que dio el resultado contrario: el francés no aportó nada, Verdú quedó demasiado atrás, lejos de la zona de creación, y sin el tapón del argentino el Zaragoza tuvo demasiados espacios libres para el contraataq­ue. De manera que, frente a una sola ocasión local en la última media hora, que Roberto una vez más frustró ante Coutinho (88), Casilla tuvo que lucirse a remates de Postiga (68), en una contra de tres frente a dos, y Lanzaro de cabeza (76) para retrasar el 0-2, que llegó en los últimos segundos en un tremendo despiste defensivo tras una falta.

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