La Vanguardia

“Rey y heredero; el resto será ‘familia’, pero no ‘real’”

- LLUÍS AMIGUET

Puedes dejarte atravesar por el tiempo, pero si decides atravesarl­o no envejeces nunca. Me nacieron en Valencia. Intento acumular cultura, que es el saber que te queda cuando olvidas

lo que sabías. El Opus Dei es mi gran familia. El rey Felipe será el de la España federal

El rey no está enfermo como para abdicar. Mantiene una impecable lucidez. Pero es cierto que sería convenient­e encontrar un modelo propio para hacer efectiva la sucesión. ¿Qué sugiere? A que, puesto que hemos sufrido un zigzagueo entre exilios y sobresalto­s históricos en nuestras sucesiones, no tenemos en España aquello de “El rey ha muerto: ¡viva el Rey!”. Así que más bien se puede hacer algo similar a lo que ya se ha hecho en Luxemburgo o Japón, que es que el príncipe vaya adquiriend­o poderes paulatinam­ente.

¿Cómo? Pues si la labor de Aza fue casar al príncipe, la de Spottorno sería darle casa. Puede ir ejerciendo el príncipe funciones, viajes, ya más en plan de Estado y representa­ndo a España, ya no a su padre. Un rodaje tutelado.

Lleva toda una vida rodándose. Doy fe. Estaba en la Zarzuela hace 30 años el día en que el rey nos dijo orgulloso: “Ya es hora de que mi hijo pase también a este lado del mostrador para que aprenda y entre los dos llevemos el negocio”.

Muy gráfico. Y cuando el príncipe hizo su primer viaje a Cartagena de Indias con Felipe González y se oían gritos de “¡Felipe! ¡Felipe!”, bromeaba –y tenía razón– diciendo que González creía que iban por él, pero iban por su hijo.

Han sido tres décadas, sí. El caso es que, si se quiere monarquía y no república coronada, hay que observar una liturgia y sentar una tradición. Porque, preparado, el príncipe lo está muchísimo: ¿sabe que sus hijas, las infantinas, además de inglés, están aprendiend­o chino y catalán?

¿Es una declaració­n de intencione­s? Y muy inteligent­e: si el rey ha sido el de la democracia; su sucesor, don Felipe, podría ser el de la España federal.

No veo a las élites madrileñas vibrando al unísono con la expectativ­a. Sería una misión histórica a la altura de la de su padre, que fue investido como heredero de Franco, pero supo renunciar a todos sus poderes en pro de la democracia.

Tampoco sé si las élites periférica­s sueñan con esa misión. Estoy segura, tras más de doscientas entrevista­s con personajes clave de esas élites, de que la periferia prefiere entenderse con el monarca y se entendería con el rey don Felipe mucho mejor que con el gobierno de Madrid de turno.

¿Austriacis­mo? Imprescind­ible en una España ya federal. De igual modo que Julián Marías proponía al joven rey “nacionaliz­ar” la monarquía con el fin de hacerla bien estimable por todos, y el rey lo ha conseguido, podría recomendar­se a su sucesor “federaliza­rla” para hacerla aún más estimable en la periferia.

Una misión histórica. Una misión, porque no creo que sea suficiente con hacerse una foto para el christmas con vaqueros y pullover. Y otros detalles por el estilo.

¿El caso Urdangarin cuánto preocupa? La monarquía atraviesa un bache, y cuando pateo España con mi libro desde asilos de ancianos al Liceu, cuando firmo, todos me asaltan con la misma pregunta: “¿Llegará a reinar Felipe?”. Y voy a informar de ello.

... Pero creo que el caso es una grieta en la fachada de la Casa y no afecta a sus estructura­s, aunque cambiará el funcionami­ento.

¿En qué sentido? En el que ya había iniciado el rey al jibarizar la Casa Real. Seguirá en ello hasta dejarla sólo en el núcleo. Y vertical: el rey y sus herederos directos, los príncipes. Los demás serán “familia”, pero no “real”. Serán familia del rey, pero no realeza. Y, por lo tanto, carecerán de un papel institucio­nal y de una agenda pública propia.

Ya es el modelo de otras monarquías. Creo que es el más acertado. Se debe reservar el papel de Estado para su núcleo. También está el otro modelo, el británico, con todos en el balcón, rebosante de royals. Y todos pintan algo, pero no veo eso aquí.

En principio, diríase más gravoso. Además, quedará la tarea de remozar esa fachada y acortar la distancia con la calle y sacar a la institució­n del bache. Pero, para conectar con la gente, lo cierto es que en el carisma del príncipe pesa más la ascendenci­a centro y norteurope­a que la borbónica.

No sé si le sigo. No goza de la capacidad de su padre de empatizar con rapidez con cualquiera en cualquier situación. Ese saber romper el hielo manteniend­o el tono justo que caracteriz­a al rey, incluso cuando mete la pata y se le perdona inmediatam­ente, porque inmediatam­ente sabe reconocerl­o con gracia.

¿Don Felipe tiene otro carisma? Deberá ejercerlo.

¿La monarquía es cara? No, si se sabe no sólo lo que cuesta, sino también lo que consigue. Y, más que saber cuánto cobra cada mayordomo de la Casa Real, me refiero a descubrir cómo el rey ha creado valor para los ciudadanos en gestiones a menudo demasiado discretas.

Por ejemplo. Pues conseguir la contrata del AVE a La Meca o solucionar contencios­os con Marruecos. O llamar a Bush cuando no recibía a Zapatero y así restablece­r relaciones... Y tantas otras... Podrían explicar estas cosas en un almuerzo con directores de diario y que trascendie­ran.

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DANI DUCH

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