Si el PP aguanta...
Hace tres años, Mariano Rajoy subió a un escenario andaluz, miró al hijo de Juan Ignacio Zoido y puso el grito en el cielo: el Gobierno del PSOE le subía el IVA a las chuches del niño. El sábado, el niño no estaba sobre el tablao, pero sí su padre –hoy alcalde de Sevilla y nuevo líder del PP andaluz– cuando Rajoy proclamaba que ni su gobierno ni los militantes y simpatizantes del PP tenían nada de lo que avergonzarse. Subirá el IVA de las chuches al niño y recortará a diestro y siniestro, de funcionarios a parados, por orden de Europa y con la vista puesta en la sentencia de los mercados. Y si le avergüenza, se defiende diciendo que cumple con su deber.
En el PP han pasado en siete meses de pronosticar que la prima de riesgo se relajaría con la simple llegada de Rajoy a la Moncloa, a achacar todos los males a la herencia recibida, para finalmente aceptar una cesión de soberanía a cambio del rescate bancario. A Rajoy y los suyos les toca sufrir, sufrir y sufrir. Ante las instituciones europeas, por quienes protestan, que también son quienes les votaron, y por las voces descontroladas en el seno del partido. Sobre todo si, como la de la diputada Andrea Fabra, sin vergüenza a la vista de algunas miserias, tiene en casa más por lo que callar que por lo que presumir.
El Gobierno informa de los recortes a través del Boletín Oficial del Estado y prepara ya su segundo semestre trágico. Lucha contra el fraude fiscal y laboral, liberalización de los transportes, ley de unidad de mercado y hasta un código de buen gobierno con castigos de hasta diez años de inhabilitación para los políticos fuera de control. Pero ni un paso para
Si uno se avergüenza de lo que hace, suele defenderse diciendo que cumple con su deber
preservar el funcionamiento de las instituciones de la perniciosa influencia de los partidos. La preocupación por la política es creciente y se presume extensible a la práctica totalidad de la arquitectura del Estado. Los puestos de mando en la administración siguen siendo moneda de cambio de clientelas y lealtades de uno u otro color político sin distinción y se traslada como un nuevo recorte la idea de profesionalización de la función pública con retribuciones por productividad.
Sin paga de Navidad, la mitad de días de libre disposición y días de vacaciones en juego, los funcionarios serán los primeros en dejarse oír este mismo jueves con más de setenta manifestaciones convocadas. Por mucho que desde el PP el siempre inoportuno Carlos Floriano haga llamamientos a no perjudicar la imagen de España. Y porque junto a pensionistas y parados forman parte del triángulo mágico para ganar unas elecciones, el Gobierno se guarda su pequeño as. La paga extra a los funcionarios se compensará a partir del 2015, año de elecciones generales. Ni antes ni después. Si se cumplen los objetivos de estabilidad. Si Bruselas quiere y el PP aguanta...