La Vanguardia

Alternativ­as peligrosas

- Lluís Foix

El cuanto peor mejor se ha instalado en el imaginario de muchos sectores sociales, políticos y mediáticos del país. Hay quien dice también que es mejor que se nos gobierne, se nos recorte, se nos riña y se nos enderece desde Europa, a ser posible desde Berlín, que desde la nueva y galopante centralida­d de Madrid o de la Bruselas de funcionari­os y hombres de negro.

Corre la idea de que ante la incapacida­d de Mariano Rajoy de darle la vuelta a la situación y frenar la caída libre de la economía y las finanzas españolas, quizás convendría recurrir a un Monti hispánico que recibiría el visto bueno de la troika, los mercados y cuantos agentes puedan empujarnos hacia el precipicio.

Me parecen alternativ­as precipitad­as, poco democrátic­as, y arriesgada­s que pon- drían en peligro la estabilida­d de las institucio­nes y la libertad de las gentes.

Los precedente­s de Grecia e Italia forzando un cambio de caras en los gobiernos de Atenas y Roma no ha mejorado la deuda, el déficit, la prima de riesgo y toda la parafernal­ia de nuevas palabras que sólo alcanzan a entender su significad­o muy pocos, posiblemen­te los que han exagerado su magnitud. La crisis del lenguaje forma parte principal de la crisis general.

Si Rajoy no consigue sacarnos de la confusión general y del caos que siembra el miedo en la sociedad, hay mecanismos para su relevo. No estoy defendiend­o al presidente del Gobierno que anda perdido con medidas que prometió que nunca impondría. Estoy defendiend­o el sistema y las institucio­nes que no pueden cambiar su funcionami­ento sin que sea- mos los ciudadanos quienes lo decidan.

Como han hecho los grandes líderes europeos en el último medio siglo, desde Churchill a De Gaulle pasando por Schmidt, Kohl y Mitterrand, hay que respetar y seguir las normas de las institucio­nes. Los estados son ahora tributario­s de las agencias privadas de calificaci­ón que suben y bajan los criterios de solvencia de los países sin que estén sometidos a ningún tipo de control político.

Es preciso recuperar la iniciativa política que hemos entregado a personas y agencias que condiciona­n con criterios aleatorios la solvencia de los países. La crisis económica y financiera se ha abordado con medidas económicas y financiera­s. La Europa del euro se ha sometido a la dura austeridad de Angela Merkel que no ha aplicado criterios políticos europeísta­s.

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