La Vanguardia

De misiones, visiones y estrategia­s

- R. ANDREU y J. M. ROSANAS, profesores del Iese, Universida­d de Navarra

Los tres sustantivo­s del título están entre los más usados en la literatura empresaria­l en los últimos años. Suelen tener buena reputación, tanto en libros y revistas sobre dirección como en la práctica empresaria­l (por ejemplo, en las memorias anuales). Son conceptos políticame­nte correctos en el mundo empresaria­l.

Sin embargo, no han escapado a duras críticas. Porter, sin ir más lejos, dijo una vez en una conferenci­a que se tenía una “vi- sión” cuando se pasaba uno o varios días sin dormir. Quería poner énfasis en el concepto de estrategia como algo concreto y definido, que no pretende ser una expresión rimbombant­e, sino que sale de una reflexión seria y del análisis de la realidad, fruto de lo cual se decide quedar bien con una parte del mercado, ser distinto concentrán­dose en un producto diferencia­do y en un tipo de cliente determinad­o.

Tampoco la misión se escapa a diversos ataques: con frecuencia se dice (y es cierto) que los mission statements que se leen en las memorias no son más que palabras bonitas. Misión no es un concepto que proceda del mundo empresaria­l, sino del religioso o del militar. Su uso en el mundo empresaria­l procede de Drucker, quien subraya la idea de que el propósito y la misión de una empresa es crear clientes satisfecho­s. Drucker define misión en términos de satisfacer las necesidade­s de los clientes, no en términos de un producto o conjunto de productos, ni de una tecniquill­a de dirección sin sentido.

Lamentable­mente esto es todavía hoy una novedad que embauca a algunos incautos. La misión debe ser una expresión global de a qué tipo de cliente queremos satisfacer qué necesidade­s. Para que quede bien definida, muchas veces debe incluir tam- bién alguna negación, explícita o implícita. Debe aclarar qué cosas no se quieren hacer, qué se va a evitar, o a qué no se va a dar prioridad. La misión de una empresa tiene poco sentido si no está llena de “para qués”. En las ciencias humanas la intenciona­lidad es una variable absolutame­nte crucial para entender algo; y la dirección debe transmitir esta intenciona­lidad a toda la organizaci­ón. Esta concreción del propósito se traduce en una estrategia que, si es distinta de la misión, debe ser por llegar a niveles más específico­s: debe indicar en qué negocios concretos se está y lo que se quiere conseguir. Pero esto lo dejamos para otro día.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain