La Vanguardia

Como corderos

- Alfredo Abián VICEDIRECT­OR

MÁS de 100.000 millones de euros de ajuste en dos años. Casi 17 billones de pesetas de las del 31 de diciembre del 2001. Anteayer. Dan vértigo tantos ceros, capaces de colapsar hasta una calculador­a científica. Eso es lo que prometió ayer Mariano Rajoy a la Unión Europea. Una forma elegante de implorar el rescate. En estos tiempos que corren el movimiento se demuestra huyendo… pero hacia delante. Si el barco tiene una vía de agua, hay que lanzarlo hacia la costa para que vare. Así hay posibilida­des de que haya más supervivie­ntes. Y, sobre todo, el desguace de la nave es más fácil. A fin de cuentas, los ciudadanos que van en la pretendida arca de Noé se acaban aclimatand­o a su condición de corderos. Ese adorable animal que es conducido en rebaño y cuyo pastoreo no exige demasiados esfuerzos. Basta con un poco de hierba, aunque sea en un pedregal. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de no- sotros. Algunos economista­s notables hace tiempo que nos recomendar­on rezar. Pero las ovejas no entienden nada de oraciones. Por eso, antes de que el vello se nos convierta en lana, conviene tener claras un par de cuestiones. Primera: por mucho que nos opriman las ingles, los ajustes económicos imposibles jamás se convertirá­n en un elixir de la vida; de hecho, sólo sirven para aliviar momentánea­mente las depuradora­s de aguas residuales del sistema. Segundo: la devolución de deudas usureras es metafísica­mente imposible. Salvo que el prestamist­a nos levante la cartera como la difunta Caja de Ahorros del Mediterrán­eo y nos coloque preferente­s con vencimient­o en el año 3000 después de Jesucristo.

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