Ucrania pierde imagen y crédito
Ni la UE ni Rusia confían en Kíev al cumplir Timoshenko un año en prisión
En Ucrania acaban de empezar los 90 días de campaña electoral, pero la principal figura de la oposición, Yulia Timoshenko, no podrá participar. Mañana domingo se cumple un año desde que entró en prisión. Su encarcelamiento y posterior condena no ha calmado la siempre convulsa política ucraniana. Al contrario: la reconciliación interna ya parece imposible y, en la arena internacional, Ucrania está hoy más aislada que nunca.
El controvertido juicio que la condenó a siete años de prisión ha convertido su causa en una obligación democrática y moral para la Unión Europea. Y, al contrario, el actual presidente de esta ex república soviética, Víktor Yanukóvich, ha visto cómo su imagen se iba deteriorando sin remedio.
El punto culminante fue la Eurocopa de fútbol. Si durante la competición no hubo un boicot total fue por los intereses deportivos de los propios países de la UE y porque tampoco se quería perjudicar a Polonia, que junto con Ucrania organizaba la competición. Sin embargo, la imagen de Yanukóvich quedó seriamente tocada. La canciller alemana, Ángela Merkel, le llegó a llamar dictador, dejándole al nivel de Alexánder Lukashenko, el autoritario presidente de otra ex república soviética, Bielorrusia.
Las acusaciones contra Yulia Timoshenko podrían tener fun- damento jurídico, pero que esas acusaciones se produjeran contra la principal figura de la oposición y adversaria política de Yanukóvich elevan las sospechas de que, si no motivada, la acusación sí ha sido seleccionada atendiendo a criterios políticos. Yanukóvich se convirtió en presidente del país tras ganar a Timoshenko por un estrecho margen en las elecciones de febrero del 2010.
Para colmo, los fiscales han seguido rebuscando en el pasado para encontrar nuevas causas cri-
Para colmo, la Fiscalía rebusca en el pasado para hallar casos que dejen a Timoshenko en prisión de por vida
minales, que podrían dejarla en prisión de por vida. Actualmente, un juzgado de Kíev juzga a la ex primera ministra ucraniana por evasión de impuestos en los años 90, cuando era una prominente empresaria. Y ya prepara otro en el que pretende implicarla en un asesinato de esa época. Tres exministros de su gobierno también están en prisión.
El 5 de agosto del 2011 Yulia Timoshenko asistía al tribunal de Kíev que la juzgaba por abuso de poder en la firma de un contrato de gas con Rusia, cuando el juez ordenó su detención “por inter-
ferir en el interrogatorio de los testigos”. Dos meses después, en octubre, se la halló culpable y fue condenada a siete años de prisión.
Los partidarios de Timoshenko creen que se trata de una venganza personal de Yanukóvich. Este se enfrentó por primera vez a la oposición en el 2004, cuando la revolución naranja le derrotó y sus archirivales prooccidentales ocuparon el poder: Víktor Yuschenko se convirtió en presidente de Ucrania; Yulia Timoshen- ko, en primera ministra. “Él cree que en el 2004 le humillaron, así que necesita aplastar a sus rivales”, asegura Olexi Haran, politólogo de la Universidad Mohyla de Kíev.
Debido al caso Timoshenko, la UE decidió no firmar el acuerdo de asociación con Ucrania.
Al alejarse de Bruselas se podría pensar que Kíev buscaría el abrazo en Moscú. Pero la misma condena de la ex primera ministra ha puesto las cosas muy difíciles. Los acuerdos sobre el gas por los que fue condenada los firmó en el 2009 con Vladímir Putin, cuando ambos eran primeros ministros y mantenían una buena relación. Rusia piensa que los acuerdos firmados son absolutamente legales, y las amenazas ucranianas de llevarlo a un arbitraje internacional han perjudicado sus relaciones.
Tras ganar las elecciones del 2010, Yanukóvich intentó que Rusia accediera a revisar ese contrato. Según Kíev los precios ponen en peligro la economía ucraniana. Desde entonces, este acuerdo sobre el gas ha sido un casus belli en las relaciones entre Ucrania y Rusia. “Moscú no iba a reducir el precio del gas si Ucrania no se unía a las alianzas que lidera Rusia”, asegura Fiódor Lukiánov, director de la revista Rusia en la Política Global. Pero Kíev se resiste a comprometerse con organizaciones como la Unión Aduanera, de la que forman parte Bielorrusia, Rusia y Kazajistán.
En este tiempo, Rusia además ha puesto en marcha el gasoducto del mar Báltico (North Stream), que rompe el monopolio ucraniano del tránsito del gas ruso a sus clientes europeos. El último desplante ruso ha sido más simbólico que económico. En julio, durante su encuentro en Crimea el presidente ruso, Vladímir Putin, hizo esperar cuatro horas a Yanukóvich mientras visitaba a sus amigos, los moteros rusos del Club Lobos Nocturnos.
Según las leyes ucranianas, una persona que está en la cárcel no puede presentarse a unas elecciones. Sin embargo, Yulia Timoshenko encabeza simbólicamente una candidatura de la oposición a las elecciones legislativas del 28 de octubre. Tras perder las presidenciales del 2010, un 68% de los ucranianos rechazaba su política. Hoy, gracias a la persecución judicial, es la política opositora mejor valorada y la única amenaza para Yanukóvich.