La ONU confirma que el ejército sirio prepara el asalto final a Alepo
La batalla final de Alepo aún no ha comenzado. El jefe de la misión de paz de la ONU, Hervé Ladsous, ha explicado, tras una visita a Damasco, que sus observadores que continúan en Siria hasta que concluya el mes corroboraron que el ejército ha concentrado una considerable fuerza en torno a la ciudad en sus preparativos de asalto a los barrios en poder de los rebeldes.
Las fuerzas enfrentadas no se pueden equiparar, pese al progreso indudable pero limitado en el terreno que ha conseguido el Ejército Libre Sirio (ELS), un contingente que aún carece de unidad de mando y que engloba diversos grupos milicianos que no siempre actúan al unísono. Se ha corroborado también que su avance, magnificado por las cade- nas de televisión Al Yazira y Al Arabiya, ha sido resultado del entrenamiento que un gran número de hombres pudieron recibir en una base secreta establecida en la región de Adda, en territorio fronterizo turco. Fue a petición del Gobierno saudí que los dirigentes de Ankara dieron su beneplácito. Sólo el núcleo originario del ELS está compuesto de desertores que habían recibido su entrenamiento durante su servicio militar obligatorio.
Con la dimisión de Kofi Annan ha sido sepultada definitivamente su misión imposible, que en verdad ni el régimen ni la oposición nunca aceptaron. La guerra tiende, con el fluir de los días, a convertirse en una guerra total. Si bien ahora el frente es Alepo, en Hama y en Damasco prosiguen los enfrentamientos. La vorágine amenaza con fragmentar el país en zonas, enclaves controlados por milicias de tendencias religiosas e ideológicas opuestas, precipitándolo a una caótica y cruenta libanización en la que todos disparan contra todos, una ciudad contra otra, un barrio contra el barrio vecino. Esta desinte- gración territorial va a la par de una internacionalización, en un remedo, de acuerdo con algunas opiniones, de la guerra fría de antaño entre EE.UU. y Rusia.
El envío de buques de la Armada rusa a su base naval siria de Tartus, desmentida por el Ministerio de Defensa de Moscú, que ha precisado que su objetivo es sólo llevar a cabo ejercicios en el
Simbólica condena de la Asamblea General al Consejo de Seguridad por su división ante la guerra
Mediterráneo, exacerba este ambiente de hostilidad. La decisión de la Asamblea General de la ONU, sólo de significado simbólico, de condenar al Consejo de Seguridad por su incapacidad de alcanzar un acuerdo sobre Siria profundiza las divisiones de la llamada comunidad internacional. Rusia y China siguen siendo las valedoras de Bashar el Asad.