La Vanguardia

El plan Mas

- Francesc de Carreras

La impresión es que CiU y su Govern están tan desconcert­ados que no sólo desconcier­tan a los demás sino también a ellos mismos y a sus votantes. Uno pensaba que igual que en otras ocasiones los mensajes patriótico­s de grueso calibre se irían modulando en contraste con la realidad. El president Jordi Pujol fue en ello un maestro. Artur Mas parecía un buen discípulo, incluso aventajado: con menos carisma y liderazgo pero con mejor preparació­n técnica y capacidad de gestión.

Todo indica que estábamos equivocado­s: el camino hacia el concierto fiscal al modo vasco se ha emprendido en el Parlament con el único apoyo de los partidos nacionalis­tas y con el significat­ivo rechazo del PSC, partido que Mas considerab­a fundamenta­l para llegar a un buen fin. Todos saben que el concierto es inalcanzab­le, no sólo por no tener cabida en la Constituci­ón sino porque carece de justificac­ión razonable. Más que el Estatut bis, como se ha dicho, el concierto será el plan Ibarretxe bis, en este caso el plan Mas.

Se ha dado un gran salto al vacío. Con toda seguridad, en el Congreso la propuesta del Parlament será rechazada. A Artur Mas sólo le quedará seguir con la segunda etapa de su plan: la independen­cia. Qué hará: ¿la proclamará en el Parlament, convocará un referéndum ilegal, pedirá al Gobierno que convoque uno legal? Artur Mas ha entrado en el terreno de lo desconocid­o, según decía él mismo. Ibarretxe creo que está dando clases en Estados Unidos y ya nadie se acuerda de él. ¿O quiere ser Mas el Companys del 6 de octubre de 1934? De momento convoca a sus altos cargos tratándole­s de “generales de un ejército” que debe “cambiar la historia”, vivir “los momentos más difíciles”, enfrentar-

CiU y su Govern están tan desconcert­ados que no sólo desconcier­tan a los demás: también a ellos mismos

se a “los peores obstáculos para gobernar que se ha encontrado nunca ningún gobierno”.

Pero tras la poesía viene la prosa: el panorama en el partido y en el Govern es desolador. El caso Millet apunta a que CiU estaba detrás de todo el asunto; unas ilegales concesione­s a empresas de ITV parece que están salpicando judicialme­nte a Oriol Pujol; las cuentas que no cuadran en la gestión de varios hospitales también implican a altos cargos convergent­es. En cuanto al Govern, la situación financiera es crítica: el impago de nóminas en centros sanitarios y asistencia­les desmiente que se hayan hecho bien los deberes. ¿Alguien, excepto los irreductib­les, cree todavía que toda la culpa debe atribuirse a Madrit?

Porque, encima, se saca pecho en Madrid. La no asistencia del conseller Andreu Mas-Colell al Consejo de Política Fiscal y Financiera es un gesto inútil y desleal cuando en Europa se está pendiente de la capacidad de España (que, por ahora, incluye a Catalunya) para tomar medidas que la hagan acreedora de confianza.

Artur Mas parecía un político serio y competente. Parecía. Se está convirtien­do en un político populista, no sé si a pesar suyo.

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